ANTONIO MEDRANO:
LA LUCHA CON EL DRAGÓN
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ANTONIO MEDRANO:
LA LUCHA CON EL DRAGÓN
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Carlos Rodríguez Braun. Instituto Juan de Mariana, verano de 2013 (véase aquí)
¿Por qué la propaganda necesita la calumnia y la repetición?
veritas et vita13 julio, 2016Carlos Rodríguez Braun. Instituto Juan de Mariana, verano de 2013 (véase aquí)
¿Por qué “calumnia que algo queda”? ¿Por qué no al revés? ¿Por qué no decimos “elogia que algo queda”? No se trata obviamente de que solo se vaya a corear lo que es malo, después de todo, desde hace milenios venimos repitiendo los diez mandamientos. Se trata de que la verdad y la falsedad son asimétricas. Porque la verdad puede ser asumida por las personas y mantenida sin necesidad de que nos la recuerden de manera incesante. No se necesita machacar continuamente con que matar está mal para que creamos que matar está mal. Se nos insiste particularmente cuando somos niños o jóvenes en el respeto a una serie de normas morales, acumuladas evolutivamente tras una extensa historia para que esas normas queden grabadas en nuestra conciencia. Cuando somos personas maduras, se supone que las habremos internalizado y podremos instruir con ellas a las nuevas generaciones. Pero con la mentira y con la falsedad pasa algo diferente. Es absolutamente imprescindible que seamos bombardeadas con ellas sin interrupción, pero no solamente cuando somos pequeños (aunque también: véase el denuedo con el que tantas autoridades controlan la educación) sino también en todas las etapas de nuestra vida. Nadie es más consciente de ello que los mayores enemigos de la libertad que se saben insostenibles sin propaganda. No es nada casual que la frase más famosa sobre este asunto es “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, y no es nada casual que esta frase atribuida a Goebbels sea en verdad de Lenin.
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FUENTE:
…navegando por internet, descubro en esta dirección
una fotografía con el siguiente titular
Vino Español celebrado en la sede la La Vieja Guardia.
…es decir, se da noticia de que el dia 27 de diciembre de 2013,
en la sede de La Falange de la Cuesta de Santo Domingo, 3, Madrid,
se despidió el año 2013 con un “acto de camaradería”.
IRÁN, ORIGEN Y DESARROLLO DE UNA IDEA
Dr. Gherardo Gnoli
El nombre de Irán evoca una de las civilizaciones más grandes del mundo en todos los campos: en el arte antiguo, medieval y moderno; en la historia, especialmente de la Antigüedad; en el pensamiento filosófico y religioso, ya sea antes o después del advenimiento del Islam; en la literatura y en la difusión de una lengua, el neopersa, que se convirtió en el vehículo de una gran fe universal, la primera lengua «islamizada» de la historia, según una feliz definición de Bert G. Fragneri . La civilización irania siempre ha ostentado una clara supremacía cultural en gran parte de Asia -desde el Asia central hasta el subcontinente indio- y ha sido el entramado de una fuerte identidad nacional basada en motivos eminentemente culturales.
La idea política, religiosa y étnica de Irán es, en realidad, un producto característico de la primera mitad del siglo III d.C. y, según parece, un pilar esencial de la propaganda de la dinastía sasánida en los años veinte de aquel siglo. Pero también es el resultado de un largo proceso histórico. Si bien es cierto, según los datos de que disponemos actualmente, que en cuanto idea política no puede remontarse más allá del reino de Ardashir I (224-241 d.C.), como concepto étnico y religioso es mucho más antiguo.
Por el orden en que se van relacionando todas las tierras del imperio en los diferentes textos de las inscripciones de Darío I (522-486 a.C.), se demuestra que en esa época ya existía claramente el sentimiento de pertenencia a la nación arya. Darío I y Jerjes I (486-465 a.C.) definían con este adjetivo a la estirpe a la cual tenían el orgullo de pertenecer. Téngase en cuenta que el nombre irān deriva de una expresión sasánida, Ērān-šahr «reino (o nación) de los arya», compuesta por un genitivo plural del nombre étnico en persa medio ēr, (la misma forma que, con epéntesis, existe en avéstico) y del sustantivo xšāθra que significa «poder, reino» en iranio antiguo.
Sabemos que los arya tenían un dios supremo, Ahura Mazda, definido como el «dios de los arya» en un pasaje del texto elamita de la inscripción de Darío I en Behistún (DB, correspondiente al texto en persa antiguo DB IV, 60 y 62) asimismo, la lengua irania de esta inscripción se conocía como arya (DB IV, 88-89), y arya era también el nombre antiguo de los medos, según la afirmación de Herodoto (VII, 62).
Pero el hecho es que arya ha tenido en Irán un significado eminentemente étnico (en esto se diferencia de la palabra arya en indio antiguo, que implica otros valores). Esta afirmación queda confirmada por muchos indicios: por el sentido étnico de airya en avéstico, claro y evidente en varios contextos; por el nombre Arianē, dado a una región histórica entre India y la región de Persia propiamente dicha en la época seléucido-parta, y por el gentilicio Arianoi con que se denominaba a sus habitantes, tal como se documenta en fuentes griegas (Erastóstenes y Estrabón 1, 4, 9, etc.), además de la expresión «toda la estirpe aria», presente en un destacado pasaje de Eudemo de Rodas citado por Damascio. Por lo tanto, no resulta sorprendente que Diodoro Siculo (I, 94, 2) situara a Zoroastro (Zathraustēs) «entre los Arianoi».
El significado religioso y lingüístico de la palabra arya, documentado ya en época aqueménida (Ahura Mazda, dios de los arya; la lengua arya), tiene una larga historia. Lo encontramos en armenio en un texto en el que el adjetivo ari se refiere a Aramazd (Ahura Mazda) y también en bactriano en la inscripción de Rabatak de Kanishka, cuya lengua es precisamente definida como aria. La herencia étnica, cultural y religiosa del Irán aqueménida (siglos VI-IV a.C.) se transmite más allá del final del primer imperio persa. En la época parta o arsácida (siglos II a.C. – III d.C.) se constata que va conformándose progresivamente una especie de renacimiento de lo iranio, consistente, entre otras cosas, en una nueva apropiación de la herencia aqueménida y en un gradual abandono de las costumbres y de la lengua de los griegos, que va siendo suplantada por una lengua que se puede definir como irania o arya. Según Wilhelm Geiger, se trata de un nombre colectivo para designar a un conjunto de pueblos. En Irán este término tiene el mismo sentido que el nombre de «Hellas» en Grecia, así pues, es posible acuñar un término como «aryanismo» o «iranismo» para expresar un concepto análogo al de «helenismo», que en Grecia se expresaba con Hellenikón, en la definición que le otorga Herodoto(VIII,144).
Por lo tanto, hasta el final del período parto no es posible reconstruir los orígenes de la idea de Irán. La verdadera historia de esta idea -fundamental para la historia de la civilización y de la cultura del mundo iranio e iranizado, incluso hasta nuestros días- no se inicia hasta los sasánidas (siglos III – VII d.C.), como se ha dicho anteriormente.
Antes de los sasánidas no existe ningún rastro de un Ērān-šahr. La idea de un reino o de una nación arya (en persa medio ēr) fue el resultado de un complejo y, si hacemos caso de algunos versos, grandioso fenómeno de «invención de una tradición», donde convergían los objetivos de la corte y de la nueva iglesia zoroástrica -que se estaba organizando en esos momentos- para apoyar y dar crédito a una nueva trayectoria política que había que legitimar y consolidar.
Todo ello estaba en consonancia con los tiempos que corrían: un fenómeno típico del siglo III, en el que se tiende a la formación de culturas nacionales. Se ha estudiado mucho esta tendencia en el imperio romano -con la emergencia de culturas «provinciales» en conflicto con la cultura helénico-romana-, pero se produjo en todas aquellas tierras que seis siglos antes habían sido unificadas por Alejandro. Las fronteras de la Antigüedad tardía van ganando terreno hacia el Este, y el Irán sasánida, con su empuje nacionalista y arcaizante, fue protagonista esencial de esta expansión.
La invocación a los orígenes aqueménidas, la identificación con la dinastía de los kayánidas -en gran medida legendaria-, la formación de una herencia tradicional de acuerdo con las exigencias de la nueva dinastía y de las fuerzas sociales que la sostenían, la codificación de las escrituras religiosas tras una operación de selección y censura conforme a los cánones de una ortodoxia -a su vez «inventada» por el clero de los magos- son aspectos de un único proceso político y cultural que proporcionó material a la propaganda sasánida. Así, con el advenimiento de los sasánidas y como resultado del profundo cambio político, religioso y social, se crea una tradición inventada: la del Ērān-šahr del imperio «ario» y «mazdeo», cuyas raíces se hicieron situar en la Antigüedad remota.
Encontramos testimonios epigráficos -desde la inscripción de Shapur I (241-272 d.C.) en la Ka’aba-i Zardusht , hasta las monedas de Bahram II (276-293 d.C.); – con la expresión o el título ēr mazdēsn, «ario mazdeo», atribuido a príncipes o a soberanos sasánidas, donde ēr tiene un claro significado étnico. Asimismo, está muy extendido el uso de la forma del singular ēr del plural ērān, ya sea en las denominaciones de los reyes (šāhān šāh Ērān [ud Anērān] «Rey de reyes de los arya y de los no arya»), como en la de los miembros de la administración civil y militar (Ērān-spāhbed, el mariscal del imperio; Ērān-drustbed, el arquiatra imperial; Ērān-amargar, una especie de administrador general estatal; Ērān-hambāragbed, el supervisor del almacén de víveres; Ērān-dibārbed, primer escriba) o de la toponimia de la región de Fars (Ērān-šahr-Šābuhr, Ērān-āsān-kar, Ērān-winard-Kavād, Ērān-xwarrah-Šābuhr) o bien, finalmente, en expresiones como Ērān-xwarrah «el esplendor (o la gloria) de los arya» o Ērān-wēz «la expansión arya», en las que evidentemente destacan conceptos propios de la tradición religiosa (véase en avéstico: airyan∂m x ar∂nō y airyan∂m vaējōJ.
Así pues, la ideología político-religiosa del Irán sasánida se reclamaba heredera de la tradición religiosa del zoroastrismo -es decir, del Avesta y del clero de los mowbed y de los Erhbed- y del lejano pasado aqueménida, ciertamente poco conocido (8). Esta doble herencia sirvió para caracterizar las bases teóricas sobre las que fundamentar tal construcción ideológica: la realeza y la religión. La monarquía y la iglesia de los magos, a pesar de sus frecuentes enfrentamientos, fueron sin duda los dos pilares más sólidos de la sociedad del Irán sasánida.
En la historia de Irán son recurrentes las tentativas de legitimar el presente recurriendo a un pasado sustancialmente ficticio e invocando la recuperación de los supuestos valores tradicionales en un contexto ideológico arcaizante, con el propósito de hacer parecer plenamente legítima una nueva dinastía o una nueva época. En 1971 la dinastía Pahlevi organizó una gran celebración en Persépolis para consagrar la continuidad del imperio persa a lo largo de 2.500 años de historia y para mayor gloria del Rey de reyes (āryāmehr, el «sol ario», título inventado y provisto de una innegable pátina de antigüedad). Ésta fue sólo una de tantas manifestaciones semejantes, bien conocidas por los estudiosos de la historia irania desde la época aqueménida. Es significativo que Alessandro Bausani , en un breve ensayo sobre la milenaria tradición irania, reconstruyera cuatro grandes periodos de «rearcaización» nacional: bajo las dinastías Aqueménida, Sasánida, Safávida y Pahlevi, y subrayara el hecho de que todos estos periodos sucedieran a otros especialmente fecundos desde el punto de vista de las relaciones interculturales con otros pueblos, en aquellos territorios más expuestos a las invasiones extranjeras: griegos, árabes, turcos, mongoles, etc.
No hay duda de que el Irán safávida, después del sasánida, desarrolló una cultura estrechamente ligada a la suerte de un nuevo Estado nacional. Sin embargo, estudios recientes han arrojado una nueva luz sobre el papel que desempeñaron los mongoles (siglos XIII – XIV) en la construcción de la identidad nacional de Irán. Los estudios de Dorothea Krawulsky sobre el dominio de los Ilkhan y los de Bert G. Frangner sobre las raíces históricas del concepto político de Irán, con una perspectiva historiográfica mucho más amplia, han sido decisivos en lo que a este punto de vista se refiere. Ahora podemos afirmar que hay razones suficientes para trazar una continuidad desde los mongoles y los safávidas hasta los Qayar y los Pahlevi. El papel que la herencia mongol ha desempeñado en el desarrollo histórico de la identidad nacional irania ha sido muy notable y desautoriza la tesis de que los safávidas fueran deudores directos de los sasánidas en lo que concierne a la transmisión de la idea de Irán. Hay que señalar la importancia de que grupos étnicos no iranios hayan contribuido de manera tan determinante a la afirmación de esta idea, lo que prueba la gran fuerza de atracción que la civilización irania ha ejercido desde siempre en las culturas de otros pueblos, dentro y fuera de Irán.
La idea de Irán, ligada a la monarquía sasánida no menos que a la religión zoroástrica, no se extingue con el dominio árabe ni con la conversión al Islam. Esto se debe a que la clase social que había constituido la columna vertebral del imperio sasánida (los dahigān, o los dehqān de la época islámica) no perdió sus prerrogativas y permaneció unida a la cultura y a las tradiciones nacionales, precisamente porque la idea de Irán había tenido un valor no sólo religioso sino también cultural en un sentido amplio, más allá de lo propiamente político . Esta idea permaneció viva en la imaginación de los sabios y de los poetas, convirtiéndose en parte esencial de la herencia cultural de dicha clase social -verdadero baluarte de la sociedad sasánida, especialmente a partir del siglo VI- que posteriormente abrazaría el Islam. Gracias a ello, la idea de Irán consiguió sobrevivir no sólo a la extinción del zoroastrismo, sino incluso a la caída de aquella monarquía que en la primera mitad del siglo III había hecho de ella el elemento central de su propaganda. De esta manera pudo integrarse en el horizonte supranacional de la gran ummah islámica conservando sus características peculiares.
http://www.lenguapersa.com/Articulos/iranorigen.htm
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Nota de YRANIA: También se informa sobre este tema en este foro:
http://es.5wk.com/viewtopic.php?f=36&t=149469&start=0
y en :
No hace falta ser “creyente”… , basta ser respetuoso con los valores artísticos, tradicionales y exaltadores de la fe o de la lealtad hasta el sacrificio de la vida… Todo esto es suficiente para no hacer lo que un gobierno sectario y estúpido hace contra los intereses de la nación que preside… aunque, dado su comportamiento, habría que decir “la nación que pretende destruir…”
Esto es lo que puede comentarse a una vuelta de tuerca más del llamado “laicismo”, que es realmente manía persecutoria contra el cristianismo y contra ciertas tradiciones populares. Se trata de la siguiente noticia que tomamos de libertad digital:
LIBERTAD DIGITAL
El Cristo de la Buena Muerte de Málaga es muy conocido por ser una de las imágenes más típicas de la Semana Santa y sobre todo por la devoción que le tienen los legionarios. Sin embargo, a partir de ahora todo será diferente tras la normativa aprobada por Defensa y que está reduciendo la presencia religiosa en las Fuerzas Armadas.
Según cuenta La Razón, Carmen Chacón ha eliminado los honores al Cristo de la Legión y sus soldados ya no podrán cuadrarse ante él ni podrán tocarle el himno nacional. Los soldados que acudan deberán hacerlo de forma voluntaria, algo que ya hacen, y si están uniformados viendo la procesión no podrán cuadrarse ante la imagen.
Chacón ha modificado el reglamento de honores militares y que databa de 1984. Tras eliminar ciertos honores, Defensa ha creado otros nuevos como a la Princesa de Asturias o a los dirigentes de las organizaciones internacionales en las que está presente España.
Igualmente, también se eliminan los honores al Santísimo, algo que afecta directamente a la conocida procesión del Corpus de Toledo y que siempre ha sido escoltada por militares de la Academia de Infantería de la ciudad, lo que ha provocado una gran indignación entre los vecinos “no sólo en el plano religioso o para los católicos, sino en el puro sentido de la tradición”.
Esta limitación de la presencia de militares en el Corpus está intentando ser mitigada por el ayuntamiento socialista de Toledo y para rendir estos honores utilizarán a los policías locales, lo que tampoco ha convencido a la gente, que destacan la “relación íntima” que los militares de la Academia tienen con la procesión.
El alcalde toledano ha negociado con Defensa esta medida y aunque militares uniformados podrán escoltar la Custodia y cubrir la carrera, los que estén formados a lo largo del recorrido no podrán cuadrarse a su paso. Ahí no ha cedido Chacón.
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Nota de YRANIA: …: “talibán”, palabra que significa “estudiante” (del Corán), según dicen ,ya que se hizo famosa a raiz de la destrucción de los Budas gigantes de Afghanistán…por parte del gobierno islamista de los “talibanes”.
El clásico “conócete a tí mismo”, puede escribirse así: ¿Quién soy? , ¿qué soy?, ¿Cuál es la historia de mi cultura, raza o civilización?… y sólo sabiendo esto podremos vislumbrar e incluso programar nuestro futuro…
Para darnos información de quienes somos los europeos (en su significado amplio y no sólo el geográfico) puede servirnos la revista cultural y quincenal “IDENTIDAD”, la cual puede –por fortuna– comprarse en algunos kioscos de prensa de España… (En Madrid, por ejemplo, en Cuatro Caminos)…
De su web copiamos la siguiente información:
Página 2-3 BREVES.
¿Pero qué inmigración está llegando? La Generalitat realiza 50 actuaciones para prevenir la ablación
Laporta… “preparado para gobernar Catalunya”
Los partidos catalanes y las cajas de ahorro Líneas de crédito al límite
UGT confirma la sospecha: Pese a la crisis muy pocos inmigrantes optan por el retorno
Aguirre… como Zapatero: Dinero público arrojado a la letrina
PP-Madrid: más que nadie por la inmigración
Página 4-5 PORTADA.
-La España de Zapatero o “el hundimiento” De PIGS a STUPID. Crónica de la agonía de la economía española
Página 6-7 CRÓNICA.
1929. Jueves negro de la Bolsa de Nueva York 2010. Jueves negro de las Bolsas españolas
Inmigración en Grecia:coladero en el Mediterráneo Oriental
Krugman-Roubini La opinión de los técnicos o el pesimismo de los que entienden…
Página 8 K.E.S
Un sueco en Berlín Reportaje sobre el fundador de Kontinent Europa, Patrik Brinkmann.
Página 9-13 ANÁLISIS.
Inmigración masiva después del Caso Vic. Aún de espaldas a la realidad
Tras el debate frustrado sobre el padrón ahora se trata de revalidar el pacto del silencio
Inmigración: Rajoy o la ambigüedad No basta con pararse a esperar que el cadáver de ZP pase delante de Génova
Página 14 COLABORACIÓN.
Inmigración versus delincuencia.
Página 15 EDITORIALES.
Elecciones anticipadas en la Caja de Pandora
El tema Hypatía sigue dando que hablar… porque sirve a los enemigos de la Iglesia para minar los cimientos de la civilización cristiana… En agosto pasado, el diario “La Nacion”, de Buenos Aires, publicó un artículo de un tal Aguinis, al que el profesor Antonio Caponetto da una respuesta contundente.
De “radiocristiandad” copiamos parte de dicha respuesta:
LOS CRISTIANOS E HYPATIA
La verdad, como siempre, es distinta y opuesta a la versión de estos incendiarios de Roma.
Se empieza por no contar con datos precisos sobre la biografía de Hypatia, a pesar —o por lo mismo— de que una vasta bibliografía ha dado cuenta de ella y de sus sucesos. Y tales son las brumas y las imprecisiones al respecto, que el historiador judío Heinrich Graetz, en el volumen segundo de su History of the Jews, aún cargándole el crimen a Cirilo, no tiene a la víctima por mujer sino por hombre.
Hypatia —mujer al fin— no fue menoscabada en vida por los cristianos, ni desecharon ellos su ciencia con orgullo a causa de su condición femenina. La misma María Dzielska, de la Universidad de Jagellónica, en su Hipatia de Alejandría —de la que hay versión castellana, por lo que puede constatarse su ausencia de toda apologética católica— narra que la filósofa contaba con cristianos entre sus alumnos, como el Obispo Sinesio de Cirene (cuyo intercambio epistolar conocemos gracias a la obra ingente de Agustín Fitzgerald, The Letters of Synesius of Cyrene, Londres, 1925), o el “digno y santo” sacerdote Teotecno, y los prestigiosos Olimpio, Herculiano e Isión.
José María Martínez Blázquez, por su parte, en su Sinesio de Cirene, intelectual –que ha tenido la gentileza de volcar digitalmente- menciona las buenas relaciones de Hypatia con el curial Amonio y el Patriarca Teófilo, así como los nombres de cristianos fervientes que, contemporáneos con los sucesos, no dudaron en defender su personalidad. Tal, por ejemplo, Timoteo, en su Historia Eclesiástica. También fue un cristiano, Sócrates Escolástico, quien en su Historia Eclesiástica (VII, 15), escrita con posterioridad a la muerte de la alejandrina, la encomió como “modelo de virtud”.
Entonces, la versión aguiniana de fanáticos católicos machistas opuestos a Hypatia por su género y por su paganismo, es puro cuento, trufa insidiosa y bola insensata echada a rodar con lamentable incultura.
LA MUERTE DE HYPATIA
Si no le es imputable a los cristianos el maltrato a esta mujer singular, tampoco lo es su muerte, ni mucho menos a San Cirilo de Alejandría.
El origen de tan amañada y dañina versión, según lo explica eruditamente Bryan J.Whittield en The Beauty of Reasoning: A Reexamination of Hypatia of Alexandra, hay que buscarlo en el desencajado Damascio, último escolarca de la Academia de Atenas, quien exiliado en Persia tras su cierre por orden de Justiniano, y dispuesto a azuzar las maledicencias contra Cirilo, a quien tuvo por rival —en un tiempo de rivalidades religiosas fortísimas y extremas— le atribuyó el homicidio sin más fundamento que sus propias conjeturas. Sin más fundamento que sus propias conjeturas, repetimos. Porque esto y no otra cosa es lo que, desde entonces y hasta hoy, siguen haciendo cuantos rivalizan endemoniadamente contra la Fe Verdadera. Han pasado siglos desde el lamentable episodio y nadie ha podido aportar otro cargo contra el gran santo de Alejandría que no fuera la sospecha, el rumor, la hipótesis trasnochada o la presunción prejuiciosa.
No hay mentira mayor que la sostenida por Aguinis, y según la cual “los historiadores coinciden en responsabilizar a Cirilo de Alejandría por el asesinato de Hypatia”.
Coinciden los enemigos frenéticos de la Iglesia Católica, no los historiadores o los genuinos estudiosos del caso, a algunos de los cuales llevamos citados en estas prietas líneas. No coinciden —y discrepan con la leyenda negra oficial impuesta finalmente por el Iluminismo— el arriano Filostorgio, el sirio Juan de Éfeso, los jansenistas Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet o el erudito Christopher Haas en su Alexandria in Late Antiquity: Topography and Social Conflict, publicado en 2006. No coincide tampoco Thomas Lewis, quien redactara ya en 1721 la célebre impugnación de la mentira a la que tituló sugestivamente “La Historia de Hypatia, la imprudentísima maestra de Alejandría: asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo y el clero alejandrino. De las calumnias del señor Toland”.
No coincide el mencionado Miguel Ángel García Olmo, quien advierte en la maniobra acusadora un “afán de mancillar la ejecutoría de un pastor teólogo de vida esforzada y ejemplar como fue Cirilo de Alejandría, venerado en Oriente y en Occidente”; y ni siquiera se atreve a coincidir Gonzalo Fernández, quien en su obra La muerte de Hypatia, del año 1985, a pesar de la ninguna simpatía que manifiesta hacia el santo, llamando tiránico a su ministerio, concluye en que “ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la presencia de parabolani entre sus asesinos”. Los parabolani eran los miembros de una hermandad de monjes alistados voluntariamente para el servicio, principalmente entre los enfermos, y que en su momento respondieron incondicionalmente a San Cirilo, recibiendo la acusación de consumar el linchamiento de Hypatia. Recuérdese que también Aguinis, en el suelto que le objetamos, menciona a “un grupo de monjes”, como causa instrumental del delito.
No coinciden los hechos. Porque el mismo Cirilo, que lamentó y reprobó el crimen de Hypatia, amonestó enérgicamente en su Homilía Pascual del 419, a la plebe alejandrina dada a participar en turbamultas feroces y sanguinarias como la que puso desdichado fin a la vida de la filósofa. Si no se le cree al santo, las novelas de Lawrence Durrel —concretamente las de su Cuarteto de Alejandría— resultan una buena fuente para conocer el carácter sangriento y cruel de esas tropelías feroces del populacho alejandrino. Sin olvidarnos de que fueron esas mismas hordas las que dieron muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el 361 y 457 respectivamente.
Aguinis, claro, además de la versión falseada de la muerte de Hypatia, sólo quiere recordar la expulsión de los judíos ordenada por San Cirilo, sin aclarar primero qué participacion tenían los hebreos en aquellos episodios luctuosos. Episodios que podían llegar a terribles excesos, como lo reconoce el ya citado Graetz, comentando los modos que solían tomar entonces los festejos del Purim. Porque como dice Maurice Pinay —en el capítulo VIII del segundo volumen de su Complot contra la Iglesia— los judíos “califican siempre esas medidas defensivas de los Estados Cristianos, de persecuciones provocadas por el fanatismo y el antisemitismo del clero católico”, pero son incapaces de ver las enormes vigas en los propios ojos. Tiene sobradas razones el exhaustivo Alban Butler, cuando en su voluminoso santoral, en la fecha correspondiente a la festividad del santo, el 9 de febrero, explica que Cirilo tomó legítimamente la decisión de expulsar a los judíos, tras comprobar “la actitud sediciosa y los varios actos de violencia cometidos por ellos”.
No coinciden, al fin, los juicios de la Santa Madre Iglesia, quien mucho tiempo después de agitadas las pasiones terrenas, disipadas las dudas, superadas las conjeturas malintencionadas, estudiadas las causas, investigadas las acciones, consideradas las objeciones y sopesadas las acciones, elevó dignamente a los altares a Cirilo de Alejandría, y lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1882, bajo el Pontificado de León XIII. Años más tarde, en 1944, el Papa Pío XII, en su Orientalis Ecclesiæ, lo llamó “lumbrera de la sabiduría cristiana y héroe valiente del apostolado”. Y hace muy poco, en la Audiencia General del miércoles 3 de octubre de 2007, Benedicto XVI se abocó por entero a su encomio, recordando su defensa de la ortodoxia contra la herejía nestoriana. Para el Santo Padre, San Cirilo de Alejandría es el “custodio de la exactitud, que quiere decir custodio de la verdadera fe”; el varón justo que comprendió y predicó que “la fe del pueblo de Dios es expresión de la tradición, es garantía de la sana doctrina”.
Va de suyo que el lector honrado sabrá a quién creer al respecto. Si a la Iglesia, que para canonizar a alguien se toma siglos de estudios, pidiendo milagros y virtudes heroicas al candidato, o a un ropavejero de las letras, alucinado de odio a la Cruz, que súbitamente y sin más trámites que su audacia, declara asesino a un santo, y misógino a quien veneró a la más excelsa de las mujeres: María Santísima.
LA POBREZA DEL ESCÁNDALO
Bien está que exista el escándalo de la pobreza, porque la sangre del pobre —decía León Bloy— es el dinero mal habido de todos los rapaces. Pero a condición de que no se caiga en la pobreza del escándalo; esto es, en el raquitismo de un escándalo flaco y magro, sólo susceptible ante cuestiones terrenas, salariales o sociológicas.
Tomar en vano el nombre de Dios, profanar lo sacro, agraviar a los santos y mostrarse impiadoso y blasfemo, debería movilizar los ánimos y los actos reactivos de los católicos, antes y con mayor intensidad que las injusticias sociales. El Reino de Dios y su justicia sigue siendo lo primero. La añadidura se le ordena como lo subalterno a lo principal.
No pretendemos que lo entiendan nuestros obispos.
CONSEJOS PARA UN FEMINISTA MÓRBIDO
En cuanto a Aguinis, si anda buscando machismo en las religiones, le sugerimos una repasadita al Libro del Zohar o al Schulchan Arukh. O algo más próximo: el conocimiento descarnado y patético de las mujeres ultrajadas y prostituidas por la Zwi Migdal.
Y si su feminismo mórbido lo impulsa –como en la nota que le objetamos- a extasiarse en la descripción del linchamiento de Hypatia, para cargar las tintas y disponer las sensibilidades contra su odiado catolicismo, no le vendría mal retratar del mismo modo los horrendos crímenes rituales de Agnes Hruza y Marta Kaspar, cristianas ambas y víctimas probadas de la demencia judaica. La una desangrada salvajemente en el bosque de Brezin, el 1º de abril de 1899; la otra descuartizada en Paderborn, el 18 de marzo de 1932. Los detalles de este tipo de endemoniados acontecimientos se los dará la obra de Albert Monniot, Le crime rituel chez les juifs. Si la juzgara nazi —porque ya se sabe que, en la guerra semántica, da lo mismo que su autor la escribiera antes de la aparición de Hitler en la historia— podrá acudir a Las pascuas sangrientas del insigne judío Ariel Toaf. Y si recusara esta obra aduciendo la supuesta retractación que su autor hiciera de la misma, deberá entonces acudir a la obra de otro israelita honestísimo, El poder de la judería, de Israel Adán Shamir.
No dirá Aguinis que lo dejamos sin alternativas.
POR EL HONOR DE SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA
No; categóricamente no. La coincidencia de la historia no está en retratar un Cirilo obtuso, asesino y odiador de mujeres. Eso queda para los recolectores de desperdicios usurpando el papel de escritores; para los escribas de ascosidades elevados al podio de intelectuales; para los ignorantes de invencible memez adornados con los oropeles baratos de la decadencia posmoderna. Eso queda para los hijos del Padre de la Mentira y los sepulcros blanqueados.
En lo que coincide la vera historia sobre el santo y corajudo defensor de María como Madre de Dios, podrá contemplarlo y admirarlo el cristiano fiel y el hombre de voluntad recta adentrándose en sus escritos, que son muchos y ricos y bien sazonados en precisión, certidumbre y hondura. Quasten, Moliné, Altaner, Luis de Cádiz, Bardenhewer y la monumental obra de Migne, son sólo las principales patrologías que podrá consultar con provecho quien desee aproximarse al gran apologista.
A la derecha del Padre donde ahora se encuentra, y bajo el regazo celeste de María Theotokos, de quien fue su caballero en lisa enamorada y sapiente, no lo rozan las diatribas indoctas de un hábil especialista en cantar las gestas de la marranería.
San Cirilo de Alejandría: ora pro nobis.
Antonio Caponnetto
Hace unos días publiqué, por invitación de Axel, en el blog trompicones el siguiente post:
Paseando por la calle leí en una pared un pequeño letrero: “Libertad para los demás animales”… Al instante me percaté que tras una aparente generosa causa se escondía, hipócritamente, un fin perverso. Quienes dicen abogar para que los grandes (y bellos) animales felinos no estén prisioneros en jaulas o en cautividad en parques zoológicos, tienen mucha razón… pero, cometen una felonía quienes al escribir “demás animales”, lo que pretenden es rebajar al homo sapiens a nivel de animal inferior… ya que implícitamente, a nosotros se nos ubica al mismo nivel que los llamados “animales irracionales”. (Este rebajamiento es un plan global de largo alcance y en esa línea está el “proyecto gran Simio” del PSOE con su “defensa de los derechos de los simios”). En este sentido, los supuestos “ecologistas” que predican la supresión de la fiesta taurina mientras que aceptan los terroríficos mataderos de animales (sobre todo si los animales son degoyados según rito musulmán o judio) para ser consumidos como carne, no demuestran nobles sentimientos, pues además, esos presuntos “ecologistas” y amigos de los animales… nada se preocupan por el animal-rey, es más, suelen aceptar y hasta defender el exterminio de centenares de millones de niños en el seno materno…
Sería muy deseable que los que dicen amar a los animales se preocupasen también por el futuro de un animal, es decir, nosotros mismos, los europeos, que, debido al ataque generalizado contra la institución familiar… podría desaparecer en un futuro próximo. Y por supuesto, yo soy amigo de los animales, pero no de todos los animales, sólo de los más bellos y nobles, sean salvajes o domésticos.
Si la raza europea desapareciera, sería preferible que Europa no fuese repoblada por “seres humanos” preocedentes de otros continentes… Como dice Savitri Devi, sería preferible que en las inmensas llanuras, praderas, y en los bosques, habitaran sobrev todo hermosos felinos, toros y vacas, y también lobos, como el lobo gris o el perro nórdico. Y en las alturas, el águila imperial, las gaviotas, etc.
G. Tresmontes / 12 de Enero de 2010,
Todo este razonamiento me ha sido sugerido porque a través de un blog que admiro, irlanda, he descubierto otro blog, lasonrisanordica, en el cual he leído este bonito cuento: