Posts Tagged ‘Antropología’

Jaume Farrerons · 7 julio 2019 facebook

8 de julio de 2019

Leonardo Castagnino Había un factor preponderante para que el «mundo entero» se alineara en contra de Alemania. Ese factor era el Trono del Oro, donde la usura internacional se movia con secular destreza, basada en leyendas y teorías seudocientíficas que afirmaban que la riqueza era el oro en respaldo de la moneda. Ese era el «dogma» estableciodo secularmente. El nacionalsocialismo, en cambio, proclamaba que la riqueza no es el oro, sino el trabajo, y con la realidad de los hechos, alemania lo estaba demostrándo. La falacia de que el oro era imprescindible, iba quedando al descubierto con el resurgimiento económico alemán, basándose en otro sistema que no era el patrón oro. El hecho que hasta entonces las finanzas se basaran exclusivamente en el patrón oro como verdad absoluta, como dogma de fe, no quería decir que así debía seguir ocurriendo, y el nacionalsocialismo lo demostraría con hechos.
El nacionalsocialismo había recibido una Alemania exhausta por la última guerra, castigada ademas por imposiciones del tratado de Versalles, y de la miseria resurgía como una potencia internacional. Con un territorio 19 veces mayor que Alemania y con recursos naturales y económicos infinitamente más grandes, Roosevelt no había dado empleo a sus once millones de desocupados. Pese a sus vastos recursos coloniales, los imperios británico y francés tampoco se libraban de ese crimen del trono del oro. Tampoco surgía Rusia con sus inmensas riquezas naturales y a pesar de la inmensa ayuda de occidente. En cambio, en la minúscula Alemania, no obstante la carencia de vastos campos agrícolas, de petróleo, de oro y de plata, la economía «nazi» había dado trabajo y pan a los 6.139,000 desocupados que le heredó el antiguo régimen. Si los sabihondos de la «ciencia económica» erigida en «tabú» alegaban que cierto terreno no podía abrirse al cultivo ni acomodarse ahí determinado número de cesantes, debido a que no había dinero, esto parecía ser una razón suficiente, entonces no se cultivara. La economía nazi, en cambio, se desentendía de que en el banco hubiera o no divisas o reservas de oro; emitía dinero papel, creaba una nueva fuente de trabajo, daba acomodo a los cesantes, aumentaba la producción y ese mismo aumento era la garantía del dinero emitido. El respaldo del dinero no era el oro, si no el trabajo. Si en un sitio había hombres aptos para trabajar y obras que realizar, la economía «clásica» se preguntaba si además existía dinero, y sin esté tercer requisito la obra no se iniciaba y los desocupados permanecían como tales: La economía nazi, en cambio, no preguntaba por el dinero; el trabajo de los hombres y la producción de su obra realizada eran un valor en sí mismos. El dinero vendría luego sólo como símbolo de ese valor intrínseco y verdadero.
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Jaume Farrerons

1 el universo y la existencia de Dios

9 de diciembre de 2018

 

 

 

…las mujeres hermosas no son políticamente correctas…

21 de julio de 2018

…las mujeres hermosas no son políticamente correctas…
By Hirania
“EL MANIFIESTO” publica un artículo de Javier R. Portella a propósito de las normas que pretenden regular administrativamente las relaciones naturales y espontáneas entre hombre y mujer:

<< Un día es “Podemos” quien quiere prohibir los piropos y convertirlos en delito; otro día son los propios sociatas los que propugnan cambiar el redactado de la Constitución en lenguaje inclusivo, de forma que no deje de nombrar a todos y todas los/las ciudadanos y ciudadanas; la propia FIFA se acaba de sumar a la actual campaña de neogazmoñería prohibiendo a las televisiones internacionales difundir, con ocasión del mundial de fútbol, imágenes con los rostros de las hermosas mujeres seguidoras de sus equipos (¿incluida también la sensual presidenta de Croacia?)>>

 

Una hermosa seguidora croata. Éste es el tipo de imágenes que la FIFA acaba de prohibir.

SERTORIUS (Cáceres) comenta:

…la antigua mojigatería tenía un fin: mantener la pureza de la estirpe y reproducir la sociedad de una manera ordenada para que perdurara a través de las generaciones.
La actual mojigatería busca impedir la reproducción de la sociedad, la desaparición de los linajes y la aniquilación de los pueblos.
Una sociedad no puede llegar lejos sin decencia.
Por otro lado el feminismo está empeñado en proscribir la belleza femenina. Esto es una cruzada contra la hermosura. Nada refleja mejor la degeneración y degradación de nuestra época que el perseguir a las mujeres bellas. Inaudito. No creo que haya pasado nunca ni en la más bestial manada de australopitecos. Kali Yuga en estado puro.
Y nada feo puede ser bueno. Kalós kai agathós. Quien proscribe a la belleza muestra toda la pestilencia de su alma.

FUENTE:

https://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=6045

…la ideología de género niega la diferencia entre Varón y Hembra /por ALAIN DE BENOIST

15 de junio de 2018

Alain de Benoist

15 de junio de 2018

«Esto ya no es una mujer», titulaba provocativamente la revista Éléments, inspirada por Alain de Benoist. Una más que femenina Brigitte Bardot lo desmentía en la portada. El debate sobre la teoría del género está bloqueado porque los partidarios de dicha ideología… niegan su existencia. Según el movimiento gay, nunca ha habido tal teoría, pues lo único que pretenden, según ellos, es luchar contra la discriminación. La teoría del género, explican los militantes homosexuales, ha sido inventada por el Vaticano para hacer creer que existe un complot gay con misteriosos y sórdidos objetivos. Finalmente, ¿existe o no existe la teoría del género?

¡Por supuesto que existe! Autores como Judith Butler, Eric Fassin, Monique Wittig y muchos más, ¿qué son, sino representantes de la teoría del género, es decir, adalides de una teoría que pretende que las identidades sexuales no dependen en absoluto del sexo biológico o de la pertenencia sexuada? Pero esta teoría no es tampoco el resultado de ningún “complot homosexual”. Se basa en la idea de que la identidad sexual se deriva de una pura “construcción social”. Afirma que no hay, en el momento de nacer, ninguna diferencia significativa entre los niños y las niñas (postulado de neutralidad); pretende que el individuo no debe nada a la naturaleza y puede construirse a sí mismo a partir de nada (fantasma de autoengendramiento).

En cuanto a la discriminación, hay formas muy distintas de luchar contra la misma. Si la discriminación consiste en tratar desigualmente a los hombres y a las mujeres, soy por supuesto el primero que quiere que desaparezca. Pero hay que saber si la igualdad debe comprenderse como sinónimo de la mismidad. Con otros términos, hay que saber si, para restablecer la igualdad entre los sexos, se tiene que hacer desaparecer la diferencia entre ellos, cosa que obviamente no creo en absoluto. Ocurre lo mismo con los “estereotipos”, que no son sino verdades estadísticas abusivamente generalizadas. La forma en que algunos se imaginan que, para “deconstruir los estereotipos”, hay que arremeter contra las nociones mismas de lo masculino y lo femenino, revela que, por más que pretendan lo contrario, quienes así piensan, se adhieren al postulado básico de la teoría del género.

Muchos y muy diversos son quienes luchan contra la teoría del género. Lo mismo ocurre con sus argumentos. ¿Se deberían, a su juicio, evitar ciertos argumentos que pudieran tener un objetivo erróneo o hacer el juego del enemigo al que pretenden combatir?

Hay, en efecto, diversas formas de criticar la ideología de género. En mi libro Les démons du bien [Los demonios del bien], mi crítica es de índole exclusivamente intelectual: estudio esta ideología para saber cuál es su valor en cuanto a la verdad, constato que es nulo y digo por qué. En los ambientes católicos lo que se hace no es tanto una crítica de este tipo, sino una crítica moral. Se basa en el postulado de que la teoría del género pretende legitimar comportamientos sexuales que se consideran, de entrada, “aberrantes” o “anormales”, empezando por la homosexualidad.

Estoy doblemente en desacuerdo con esta idea. En primer lugar –y éste es un punto fundamental–, pienso que la teoría del género no pretende tanto justificar tal o cual comportamiento sexual como negar la diferencia entre los sexos, lo cual no es en absoluto lo mismo. Con lo que sueñan no es con la homosexualidad, sino con la indistinción.

Por otra parte, yo no efectúo ningún juicio moral sobre las preferencias o las orientaciones sexuales. No veo en nombre de qué formularía semejante juicio. La homofobia, así pues, sólo es para mí una estupidez más entre otras muchas. Lo que, en cambio, me parece importante es recordar que lo masculino y lo femenino existen independientemente de las orientaciones sexuales. Los homosexuales no constituyen en modo alguno un “tercer sexo”, por la sencilla razón de que sólo hay dos sexos. Los gais y las lesbianas son hombres y mujeres como los demás, con la particularidad de que tienen preferencias sexuales propias y de carácter minoritario. Pero “minoritario” nunca ha querido decir “menos natural”: una norma estadística no es lo mismo que una norma moral. Con todo ello quiero decir que no soy de los que sólo critican la teoría del género con la esperanza de volver al viejo orden moral.

Si bien es una insensatez pretender que las diferencias entre hombres y mujeres no existen o son irrelevantes para los roles sociales que desempeñan, tal vez sea cierto que se deben repensar, hoy, las funciones sociales de los hombres y mujeres. ¿Está usted de acuerdo? Y en caso afirmativo, ¿cómo las repensaría?

No cabe duda de que los roles sociales de hombres y mujeres han cambiado radicalmente en el curso de las últimas décadas. Mediante la integración de una amplísima mayoría de mujeres en el sistema salarial se ha ido borrando progresivamente la frontera entre una esfera privada femenina y una esfera pública masculina. El acceso a la contracepción, la legalización del aborto o, incluso, la disyunción entre las responsabilidades familiares y las atribuciones de índole sexual les han dado a las mujeres libertades cuya conquista no lamento en lo más mínimo. ¡No soy ningún nostálgico del patriarcado a la antigua, el cual nunca fue tan insoportable como en la “Belle Époque” de la revolución industrial y del auge de la burguesía! Creo, en cambio, que algunas de estas libertades han resultado, en parte, ilusorias. La posibilidad ofrecida a las mujeres de trabajar fuera del hogar, por ejemplo, ha constituido a la vez una liberación y una alienación (a favor del sistema capitalista). Y a quienes más ha beneficiado la “revolución sexual” han sido, en últimas, a los hombres…

La cuestión es saber si esta transformación de las funciones sociales masculinas y femeninas debe implicar una negación o una desaparición de la feminidad y de la virilidad. No lo pienso en absoluto. La pertenencia sexuada no es sólo un asunto de órganos sexuales (el propio cerebro ya es sexuado al nacer), y la desexualización de hecho de un cierto número de roles y funciones no ha hecho desaparecer esa invariable antropológica que constituye la división del género humano en dos sexos. En el espacio y en el tiempo, en el ámbito de las diferentes culturas, los roles sociales masculinos y femeninos han ido evolucionando sin parar (es lo que se obstinan en no ver quienes razonan en términos esencialistas), pero esta evolución nunca ha puesto en tela de juicio el hecho de que los hombres y las mujeres no pertenecen ni al mismo sexo ni al mismo género.

Lo que hay que repensar es de qué forma distinta puede expresarse hoy en día lo masculino y lo femenino. El error, propagado por la teoría del género, sería creer que lo masculino y lo femenino deben, simplemente, dejar de expresarse al no corresponder ya a nada. Equivaldría ello a considerar que los hombres y las mujeres tienen que ser pensados en lo sucesivo como individuos abstractos y ya no como seres encarnados; es decir, haciendo abstracción del cuerpo y de la carne, de la seducción y de las relaciones sexuales. Como dice una feminista francesa muy hostil a la teoría del género, Camille Froidevaux–Metterie: “¿Por qué, después de haber sido tan sólo cuerpos, deberían hoy las mujeres vivir como si no tuvieran cuerpo?”

¿Cabe identificar en la teoría del género un problema más específico: el odio que siente esta sociedad por la figura del hombre, del macho y del padre?

Durante siglos, en la época del patriarcado, los valores femeninos han sido considerados constantemente inferiores a los masculinos. En la tradición cristiana, a menudo, la mujer ha sido asignada, simbólicamente al menos, al orden de la voluptuosidad, de la seducción y, por tanto, del pecado. Tertuliano veía en ella el “antro del diablo”. En la época clásica, las mujeres también fueron condenadas por “brujería”. Ahora se ha caído en el extremo inverso. Los valores tradicionalmente considerados femeninos (la sensibilidad, el espíritu de ayuda mutua y de cooperación, etc.) han sido colocados por encima de los valores masculinos. Todo lo que evoca la virilidad o la hombría despierta burlas, desdén, hostilidad… La noción de autoridad está desacreditada en su principio mismo… por más que siga omnipresente en la vida real. Al mismo tiempo, el niño (al que en el pasado siempre se le consideraba más carnalmente ligado a su madre que a su padre) es objeto de una idolatría sin precedentes. Antaño, el crimen supremo era el parricidio; hoy es el infanticidio. Esta situación no es preferible al antiguo reino de lo masculino. Constituye, en realidad, su simétrica inversión. No se sale del desequilibrio sustituyendo el patriarcado por el matriarcado.

Lo que resulta particularmente inquietante en el desmoronamiento de la figura paterna es que el padre ya no puede desempeñar el papel que normalmente le corresponde: encarnar la Ley simbólica que le permite al niño poner término a la “fusión materna” propia de la primera infancia; o lo que es lo mismo: entrar en la edad adulta. La quiebra de los valores viriles les lleva a los hombres a dudar de sí mismos, lo cual deteriora gravemente las relaciones entre los sexos. El hundimiento de la función paterna produce una generación de inmaduros narcisistas que nunca consiguen resolver su complejo de Edipo. Esta evolución es uno de los aspectos centrales de la sociedad posmoderna que tenemos a la vista.

Sobre el tema del “matrimonio para todos”…

El “matrimonio para todos” es reclamado por la minoría de una minoría, que representa un total de menos del 1% de la población. En España, donde el matrimonio gay fue legalizado en 2005, el matrimonio entre individuos del mismo sexo representa sólo el 0,6% del conjunto de matrimonios. La ideología de género (“gender”) concierne a todo el mundo. En la medida en que ella pretende que los niños son, en el momento de su nacimiento, “neutros” desde el punto de vista sexual, o cuando afirma que el sexo biológico no potencia para nada las preferencias sexuales de la mayoría de los individuos, y que el sexo (sólo hay dos) debe ser reemplazado por el “género” (habría una multitud, constituyendo otras tantas “normas” que los poderes públicos habrían de institucionalizar), esta ideología conduciría, de hecho, a negar la alteridad sexual, los que terminaría en un confusionismo total. La ideología de género se inscribe en una ficción de libertad incondicionada, de creación de uno mismo a partir de la nada. Con ella, no se trata de liberar el sexo, sino de liberarse del sexo. No lo veo, sin embargo, como hace el Vaticano, como un medio desviado de “legitimar la homosexualidad”, que parece, como poco, bastante simplista.

Añadiría que, en un país donde dos de cada tres niños nacen ahora fuera del matrimonio, no se puede decir que los heterosexuales aparezcan hoy como los más creíbles campeones del “matrimonio tradicional” (que no es, en realidad, sino el matrimonio republicano). Actualmente, sin embargo, no hay nadie más que los “curas” y los “homos” (que a veces son los mismos) que quieran poder casarse. En cuanto a mi posición personal, ésta se resume en una fórmula: estoy por el matrimonio homosexual y contra el matrimonio de los homosexuales. Hablando claramente, pienso que el matrimonio clásico, en la medida en que es una institución fundada sobre una presunción de procreación, como lo muestra su etimología (del latín “matrimonium”, derivado de “mater”, madre), deber ser reservado a las parejas heterosexuales, pero no soy nada hostil a un contrato de unión civil que permita a dos personas del mismo sexo perpetuar, al menos formalmente, su unión. Soy favorable, además, a la adopción para todos, pero hostil a la adopción plena en el caso de parejas homosexuales. En efecto, en lo que concierne al matrimonio, todo es asunto de definición: o vemos un contrato entre dos individuos, o vemos una especie de alianza entre dos linajes distintos. Porque no son la misma cosa.

Después de años de lucha, ¿qué balance podemos sacar del feminismo?

Un balance necesariamente de contraste, por la excelente razón de que el feminismo, en sí mismo, no significa gran cosa. Ha habido siempre, de hecho, dos grandes tendencias en el interior del movimiento feminista. La primera, que denomino “feminismo identitario y diferencialista”, buscan ante todo defender, promover y revalorizar lo femenino por relación a los valores masculinos impuestos por siglos de “patriarcado”. No sólo lo femenino no es negado, sino que, por el contrario, es proclamado su igual valor con lo masculino. Esta tendencia, ciertamente, ha conocido excesos, a veces llegando a caer en la misandria (en la década de 1960, algunas feministas americanas llegaron a decir que “una mujer tiene la misma necesidad de un hombre que un pez de una bicicleta”). Al menos no cuestionan la distinción entre los sexos. Encuentro este feminismo bastante simpático. Es este feminismo el que debe hacer avanzar realmente la condición femenina.

La segunda tendencia, que podemos llamar “feminismo igualitario y universalista”, es bien diferente. Lejos de buscar la revalorización de lo femenino, considera que es, por el contrario, el reconocimiento de la diferencia de los sexos lo que ha permitido al “patriarcado” imponerse. La diferencia es así tan tenue como indisociable de la dominación, mientras la igualdad es, a la inversa, puesta como sinónimo de indiferenciación o de la mismidad. Entramos, por tanto, en otro registro. Para hacer desaparecer el “sexismo”, habría que hacer desaparecer la distinción entre los sexos (igual que para hacer desaparecer el racismo hay que negar la existencia de las razas) –y sobre todo negar su natural complementariedad. Así, las mujeres no debería concebir más su identidad sobre el modo de pertenencia (al sexo femenino), sino sobre sus derechos en tanto que sujetos individuales abstractos.

Como dijo la ultrafeminista Monique Wittig, “se trata de destruir el sexo para acceder al estatuto de hombre universal” En otras palabras, las mujeres son hombres como los otros. Es, evidentemente, de esta segunda tendencia de la que nación la teoría de género.

¿Es forzosamente necesario ser feminista para ser una auténtica mujer?

Habría que ponerse de acuerdo sobre lo que es una “verdadera mujer”. Raymond Abellio distinguía tres grandes tipos de mujer: las mujeres “originales” (las más numerosas), las mujeres “viriles” y las mujeres “últimas”. Él interpretaba el feminismo como un movimiento de movilización de las primeras por las segundas. Lo que es seguro es que se puede ser feminista en sentido identitario sin serlo en sentido universalista. La cuestión que se plantea, sin embargo, es saber si la segunda tendencia mencionada antes todavía puede ser calificada de “feminista”. Si no hay más sujetos que hombres y mujeres, si el recurso al “género” permite desconectar lo masculino y lo femenino de su sexo, no vemos cómo la teoría de género puede todavía ser considerada como “feminista”, es decir, ¿qué caracteriza a las mujeres en tanto que mujeres?. ¿Cómo podrían las mujeres seguir siendo mujeres liberándose de lo femenino? Tales son, precisamente, las cuestiones que ponen en duda las feministas más hostiles a la ideología de género, como Sylviane Agacinski o Camille Froidevaux–Metterie.

Hoy, las Femen… ¿es suficiente mostrar sus pechos para hacer avanzar la causa femenina?

Si tal fuera el caso, la condición femenina, después de varias décadas, ¡habría dado un extraordinario paso hacia adelante! Pero en el mundo actual, la exhibición de un par de senos es de una tremenda banalidad. Igual que en las playas el monokini está pasado de moda. Exhibiendo sus pechos por todas las partes, las Femen, venidas de Ucrania, ingenuamente imaginaron que iban a causar cierta impresión. Pero ellas sólo hacen sonreír. Diciendo que creían que, para hacerse entender, tuvieron que recurrir a lo que algunos sociólogos llaman “la hostil desnudez”, una desnudez que no es concebida como medio de atraer, de seducir o de provocar el deseo, sino como un agresivo desafío, una especie de proclamación frente al enemigo. Este tipo de práctica revela un pobre exhibicionismo en el que se resume actualmente una gran parte de la sociabilidad occidental, la cual consiste en usar su cuerpo como una mercancía. ¡Las desafortunadas Femen pronto se olvidarán porque nadie se preocupará ya de sus tetas!

Pero sería un error creer que ellas tienen el apoyo de las feministas. Aparte de Caroline Fourest, notoria y amorosamente caída en los brazos de Inna Shevchenko, la mayoría de las feministas han tomado rápidamente sus distancias frente a estas exhibicionistas, a las que reprochan utilizar sus cuerpos y hacer una llamada a una “política de telegenia”, para movilizar la atención mediática, a riesgo de legitimar indirectamente el reconocimiento de las diferencias entre los sexos –claramente, de hacer un uso de sus glándulas mamarias conforme con los “estereotipos”. Otros activistas se opusieron a la exhibición de los senos, que en lugar de afirmar la superioridad de la desnudez, ellas harían mejor en defender la libertad de las mujeres a vestirse como ellas quieran. Hay que leer, en este contexto, el artículo de Mona Chollet titulado “Femen por todas partes, feminismo por ninguna” En cuanto a las reivindicaciones propiamente feministas de las Femen, ¡todavía las están buscando!

Entrevista efectuada por Adriano Scianca.
Traducción de Jesús Sebastián.

FUENTE:

https://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=6024

ARRIBA hay dos fotografias de MUJER

Agustin Laje distingue entre «feminismo» y «hembrismo»

3 de noviembre de 2017

https://youtu.be/6lIgRIz8WaY

https://www.youtube.com/watch?v=6lIgRIz8WaY

Agustin Laje debate sobre feminismo: 1 vs. 5

un guerrero comprometido….

19 de septiembre de 2017

Presentación del libro «Contra Zizek» en la Fundación Gustavo Bueno, en Oviedo

16 de julio de 2017

Presentación del libro «Contra Zizek» en la Fundación Gustavo Bueno, en Oviedo





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Julen Robledo comenta su libro «Contra Zizek»



Las lecturas fundamentales del materialismo filosófico. Guía para recién llegados

10 de junio de 2017

Las lecturas fundamentales del materialismo filosófico. Guía para recién llegados

 

 

 

 

 

Danuta ~~ Touch my heart

6 de May de 2017

Danuta ~~ Touch my heart ~~ Contiene subtítulos en ingles y español

 

 

https://youtu.be/rW4m-nOhmvU

https://www.youtube.com/watch?v=rW4m-nOhmvU

 

 

 

2.-   danuta – touch my heart (viaje con nosotros) 1987

https://www.youtube.com/watch?v=lR6DMOkgzvI

3.- Danuta – Touch My Heart (TVE Entre Amigos)

https://www.youtube.com/watch?v=5g2O9RzW0vc

 

SOY MUJER

16 de marzo de 2017

https://radiocristiandad.wordpress.com/2017/03/14/ale-amaya-arenga-cristera/

 

ALE AMAYA: ARENGA CRISTERA

MARTES 14 MARZO 2017 ~ GUSTAVO MALDOCENA

 

 

SOY MUJER

SOY CATÓLICA

SOY TRADICIONALISTA…

PERO, ¿SUMISA?

La autora de esta vibrante arenga, Ale Amaya, amablemente nos ha permitido publicarla.

Vaya nuestro agradecimiento, junto con el deseo de que muchas jóvenes y mujeres sean fortalecidas y estimuladas por ella, así como a otras tantas les sirva de materia de reflexión.

8 de marzo: ¡Día Internacional de la Mujer! El día en que la sociedad intenta recordar que fueron las mujeres quienes, con orgullo y voluntariamente, alzaron la voz para anunciar que querían vivir sin ataduras, que rompían el cordón que las sometía a su religión, a su esposo, a la educación de sus padres, a su condición biológica.

El día en que la mujer pretende enaltecerse por haberse atrevido a rechazar la idea de ser alguien que debe obedecer y servir.

El día en que se recuerda que la mujer decidió romper el cordón umbilical con el Cielo, el día en que la mujer moderna grita al mundo: “no serviré”….

¡Sí! Yo he tenido como todas ellas el carácter altanero, el corazón orgulloso, el ánimo áspero y presto a asumir tales ideas; algunas veces por abuso de autoridad masculina, algunas otras por orgullo feminista.

25 de marzo: Día celestial de la mujer, el día en que el Cielo recuerda a Aquella que voluntariamente, por humildad, se sometió a su Dios, a su religión, a su esposo, a la educación de sus padres, a su condición biológica.

Ese día tan grande, en que los Ángeles supieron que tenían por Reina a la Mujer por excelencia; ese día tan grande, en que Todo un Dios la eligió por Madre, siendo Ella quien vino al mundo para restablecer la primitiva misión de la mujer, la de ser portadora de Dios en la humanidad.

Y es que una mujer, cuanto más mujer, ¡más santa es!

El recóndito deseo de la mujer, en la historia de todo corazón femenino, tuvo cumplimiento en el instante en que María dio al Ángel el fiat: “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Aquí es donde está la esencia de la feminidad; en la aceptación, la cooperación y la sumisión.

Haz de volverte más mujer siendo como Ella, cuidando tu pureza, manteniendo tu dignidad en la sumisión, dando a luz nuevas criaturitas que puedan formar parte de su reino, llevando la luz a muchas almas que viven en la oscuridad, renunciando a ti misma con amor y generosidad, tornándote una sola carne para formar un hogar donde Cristo pueda reinar.

Esparciendo con alegría el enorme agradecimiento por haber sido elegida desde toda la eternidad para ser madre espiritual, madre, esposa, hija…

Es por eso que los momentos más dolorosos y confusos para el corazón de una mujer son aquellos en los que no puede dar, y los más diabólicos en los que se rehúsa a dar.

¡Ea, chicas! Levanten la cabeza, y no se pongan la falda de la cintura a los pies, ¡portémosla del corazón a los pies!…

Confundamos a ese ser que pretende destruir a Nuestra Reina, eliminando a través de nosotras la feminidad con esa envoltura a la que llama: “Libertad”.

No tengamos miedo de decir: ¡YO, sumisa! Porque, si Dios coronó tal sumisión con la maternidad, y toda la corte celestial se arrodilla diariamente ante Ella…, ¿quién de ustedes, hombres, digno de llamarse tal, se atreve a mofarse y no arrodillarse con la corte celestial?…

¿Qué hombre de Dios no venera, protege y enaltece tal virtud en su madre, en su hija, en su hermana, en su esposa? ¿Quién de ustedes no se rinde ante aquella que porta dicha hermosura?…

Todos estamos llamados a restaurar el Reino de Nuestro Buen Dios; por lo tanto, necesitamos ser mujeres que quieran cooperar, y necesitamos hombres que nos quieran proteger.

Cada vez que tú, Madre Espiritual, Madre de Familia, Hija, Esposa, tengas la torpe idea de liberarte de alguna atadura…; cada vez que tengas ganas de encajar en ese mundo que te vende la falsa idea de que eres más mujer coqueteando con las modas, las ideas, las costumbres, los placeres…, recuerda que hay alguien contigo, que desde el Cielo está gritando:

En mí, satanás, no vas a triunfar. ¡YO, SÍ ME SOMETO! PORQUE SOY MUJER, PORQUE SOY CATÓLICA, (…). PORQUE SOY GUADALUPANA.

 

https://radiocristiandad.wordpress.com/2017/03/14/ale-amaya-arenga-cristera/

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https://radiocristiandad.wordpress.com/2017/03/14/guerra-contra-dios/#more-50638

 

GUERRA CONTRA DIOS

MARTES 14 MARZO 2017 ~ LORENAVZQ

 

¿IGUALDAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER?

Mirando, día tras día, las noticias y los eventos que se van desarrollando en este disparatado mundo, no puedo dejar de quedar perpleja observando la intervención de la mujer en todo ésto.

Siendo mujer, esposa, madre, no puedo más que sentir dolor y vergüenza por esas mujeres que tanto se denigran, tanto buscan desaparecer como femeninas; se puede observar cuando se manifiestan cuánto odio hay en sus corazones, tan apartadas de Dios sólo buscan declararle una guerra incesante; reconociendo, eso sí, a la Iglesia Católica como verdadera, ya que sus balas de cañón siempre apuntan hacia allí, reclamando un fin a la violencia, cuando en realidad la ira es lo que las motiva, el rechazo hacia la figura de Nuestra Santísima Madre es lo que más se puede advertir en este último lapso.

El día 8 de Marzo he podido observar, atónita, con indignación, impotencia y gran pena, manifestaciones a modo de “huelga” o paro, ejemplos más que aberrantes en donde se ha blasfemado contra Nuestra Santísima Madre; y en todo el mundo, como en España, con parodias de las procesiones religiosas. Tan denigrantes, tan faltas de moralidad, de respeto, de temor de Dios, que realmente me da vergüenza ajena colocar los enlaces de dichas noticias; por lo cual, no pienso colaborar con tremendo pecado…

Lo curioso de todo ésto, lo encontré en el portal Periodista Digital, que fue lo que me motivó a realizar este artículo.

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2017/03/08/mujeres-catolicas-id-a-la-huelga-religion-iglesia-mujer-aradillas-igualdad.shtml

***

Ustedes como yo, deben haber quedados con los ojos fuera de órbita.

Desencajen, pues, la mandíbula y luego lean lo que la Verdadera Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo nos enseña, no éste mamarracho del Concilio Vaticano II, que lo único que ha hecho es llevar a la destrucción total de la fe verdadera.

Una sociedad bien ordenada no puede existir sin la diversidad y jerarquía de las condiciones. La Iglesia no engaña al pueblo con el incentivo de la igualdad absoluta de dones físicos, intelectuales y morales, con el igualitarismo de condiciones sociales y de bienes. La Iglesia no engaña a la mujer con la mentira de la liberación femenina, basada en una igualdad antinatural. Estas igualdades son imposibles.

Por más que digan y hagan, los revolucionarios nunca podrán poner término a las naturales desigualdades.

Sólo la Santa Iglesia establece la verdadera igualdad; sólo el catolicismo iguala a los hombres enseñándoles su origen común, su naturaleza creada y redimida por igual, su destino igualmente eterno de felicidad o de desdicha.

Los revolucionarios se atribuyen resueltamente la invención y la defensa de la igualdad. Es la estrategia de Satanás: reivindicar para sí y los suyos el prestigio de las palabras, mientras trabaja por aniquilar las ideas y conceptos expresadas por ellas.

Los revolucionarios hablan mucho de igualdad, y sólo aspiran a la más absoluta como injusta dominación, en la cual unos pocos ejercerán un tiránico gobierno sobre la gran masa de sometidos por la fuerza y el miedo.

La Iglesia Católica habla poco de igualdad, pero la practica. La realidad expresada por esa palabra nunca faltó en los siglos verdaderamente cristianos, cuando regía el derecho católico y la “filosofía del Evangelio gobernaba las Naciones”. Esa realidad que responde a la palabra igualdad falta realmente en las sociedades que apostatan del catolicismo y adoptan el nuevo derecho.

Si hoy nos hemos ocupado de la igualdad, es para reivindicar lo que Jesucristo nos legó, para devolver a las palabras el verdadero valor y el concepto exacto que encierran, y para aquilatar en las ideas el brillo obscurecido por la nube del error y el polvo de la falsa filosofía.

 

SER MUJER…

¿Qué es la mujer?

Dice Santo Tomás: “Del corazón del hombre tomó Dios la substancia para formar a la mujer. No la tomó de la cabeza, porque no fue hecha para dominar, ni de los pies, porque tampoco debe estar sujeta a la esclavitud ni al desprecio. Fue creada para amar y para ser amada por el hombre”(S.T. I, q.92, a.2 y 3).

¿De dónde entonces tomó Dios a la mujer? Del costado de Adán, de su corazón…, porque al igual que del corazón traspasado de Cristo brotó un torrente de amor hacia los hombres que fueron los Sacramentos, la mujer, saliendo del costado de Adán, nace para amar y ser amada.

Este pensamiento de Santo Tomás nos enseña lo que la fe, la Iglesia ve en cada una de ustedes: “un ser hecho para amar y ser amado”, para colaborar con el hombre en la creación misma de Dios.

El género humano ha llegado a tal grado de decadencia que todo lo embrolla, todo lo confunde, todo lo degrada. El hombre moderno, y al decir hombre me refiero tanto al sexo masculino como al femenino, ya no conoce su grandeza, pisotea sus prerrogativas.

La creación del hombre y de la mujer es la joya de Dios, la obra maestra de las manos divinas, el primer hombre y la primera mujer, cada hombre, cada mujer.

Varón y mujer forman una naturaleza humana: la naturaleza total humana.

¿Hay algo común y algo distinto en el varón y en la mujer?

Dos opiniones extremas —y ambas falsas— resumen todas las ideas que se han formado en este campo tan turbado por las pasiones:

Una es la del común de las gentes, más expresada con los hechos que con las palabras; representa más una actitud de vida que algo reflexivo: el hombre es propiamente un “animal racional”, mientras que la mujer pasa a ser un animalito vistoso, agradable a ratos. Y ésto no sólo lo profesan los hombres, sino lo más asombroso es que, también las mujeres cuando se comportan no como lo que son, sino como animalitos que sólo buscan satisfacer sus pasiones, haciéndose agradables a los hombres…

Otra es la del feminismo, el cual enseña que no hay ninguna diferencia entre el hombre y la mujer.

Ambas posturas son falsas, fruto de intereses o resentimientos, y no de una sincera búsqueda de la verdad.

Esta se encuentra en un justo equilibrio, es decir, que hay entre el hombre y la mujer algo de común y algo de distinto.

Lo común: la mujer, ante todo, es criatura racional como el varón. Es también ante todo, persona humana y no la concupiscencia del hombre. Tiene el mismo origen, ha sido redimida igualmente por Cristo y tiene un mismo fin último que el hombre.

Lo distinto: son las dotes, los modales y aptitudes exclusivas de la mujer (físicas y espirituales), cuyo conjunto constituye la femineidad.

 

La mujer antes de Cristo

¿Qué era antes de la venida de Cristo la mujer?

Menos que una esclava, porque el esclavo podía comprar su libertad…, mientras que la mujer estaba bajo la tutela perpetua de sus parientes masculinos, nada poseía en propiedad, de nada podía disponer por sí sino bajo la autoridad de aquel que era su tutor, no intervenía para nada en el gobierno de la familia, y mucho menos en los negocios industriales y comerciales. No podía siquiera enterarse de las leyes que se trataban en el Senado, y si llevaban una mala conducta, un tribunal formado por sus conocidos podía condenarla hasta con la muerte…

¿Qué hacía entonces para ocupar su tiempo? Lujo, fiestas, placeres, se rodeaban de sus esclavas y esclavos, el peluquero, el perfumista, el confitero, con todo lo que eso significa de vida degradada, concubinatos, divorcios, adulterios…, para caer tiempo después en el otro extremo de obtener una equiparación absoluta con el hombre.

Una madre, cuenta Cicerón, provoca a su yerno para que se divorcie, y después desvergonzadamente se casa con él cuando el matrimonio con su hija se ha roto.

La menor razón era causa suficiente para divorciarse. En una sátira se alude a esto diciendo: “Partid, vuestro aspecto nos disgusta. ¡Os sonáis con tanta frecuencia! Partid inmediatamente. Esperamos una nariz menos húmeda que la vuestra”.

Y Séneca decía que la castidad es una prueba de fealdad. Las mujeres cuentan su edad no por los años sino por el número de sus maridos…

La Mujer después de Cristo

 

Pero viene Cristo, y la mujer se hace católica.

¡Qué diferencia entre la mujer pagana y la mujer cristiana!

La transcripción de un párrafo de Tertuliano, autor cristiano de los primeros siglos nos lo enseña:

“Esta mujer va a visitar a los hermanos en los más pobres reductos; se levanta durante la noche para rezar y asistir a las solemnidades de la Iglesia; se acerca a la sagrada mesa o penetra en las prisiones para besar la cadena de los mártires, para lavar los pies de los santos… En las fiestas, están muy lejos de ellas los himnos profanos y los cantos voluptuosos. A diferencia de las paganas, que llenas de comida y de vino, no pueden digerir y vomitan para comenzar a comer de nuevo, invoca a Jesucristo, y se prepara a la templanza por la salutación divina. Nadie la ve en los espectáculos ni en las fiestas de los gentiles. Permanece en su casa, y no se muestra afuera sino por graves motivos: para visitar a los hermanos enfermos, para asistir a un santo sacrificio, para escuchar la palabra de Dios. Nada de sortijas para las manos que tiene que soportar el peso de las cadenas. Nada de perlas ni esmeraldas para adornar una cabeza amenazada por la espada de la persecución”.

Así era la mujer cristiana en la primera edad del Cristianismo, así se preparaba la mujer católica tanto para la muerte valerosa en el martirio, como para una vida santa.

Así debe ser quien es mujer y católica en el mundo de hoy.

 

Y en su catolicismo, la mujer también es diferente al hombre, ella:

1) Tiene naturalmente más piedad que el hombre:

Es más rezadora, hay normalmente más mujeres rezando en las iglesias que hombres (desde los primeros tiempos: al pie de la Cruz, sólo San Juan y el resto mujeres…, la Verónica).

2) Tiene naturalmente más fe que el hombre.

La mujer cree y necesita creer.

El hombre discute las verdades, para la mujer esas verdades forman un edificio con cada cosa en su lugar…

3) La mujer tiene naturalmente más corazón que el hombre.

En ella domina la sensibilidad y la delicadeza. Su corazón es teatro del dolor, sobre todo cuando es madre…

Todas estas armas dio Dios a la mujer para su misión mientras vive aquí en la tierra:

Tiene fe para convertir.

Tiene esperanza para consolar.

Tiene caridad para salvar almas.

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Todo ésto es lo que me hace sentir verdaderamente mujer; ésto debe reflejar nuestro corazón (no lo que este mundo invertido y fuera de foco propone, no las mentiras que nos quieren hacer creer), irradiar aquello que es propio de nuestra naturaleza: somos así, como el Señor nos creó, y a Él queremos servir y a María Santísima queremos imitar…

https://radiocristiandad.wordpress.com/2017/03/14/guerra-contra-dios/#more-50638