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Hitler en Misa y otras supuestas pruebas de complicidad de la Iglesia con el nazismo
ACUSACIÓN: Los líderes católicos sembraron el odio contra los judíos.- El holocausto judío no comenzó cuando Adolfo Hitler envió a las cámaras de gas a millones de judíos, sino cuando los líderes cristianos sembraron las semillas de odio en contra del pueblo judío: durante siglos la Iglesia los llamaba «pérfidos». Un general alemán, interrogado durante el Juicio de Nuremberg acerca de cómo un país tan adelantado como Alemania fue capaz de exterminar a seis millones de judíos, contestó: «Hace muchos años y siglos se ha predicado que los judíos no eran humanos, mentira que nosotros creímos y aceptamos en nuestro corazón. El resultado de una mentira propagada por tantos siglos se acabó aceptando como una verdad. El resultado fue inevitable» (“Las raíces del cristianismo antisemita”, Freedom Library Press, New York, pág. 3).
RESPUESTA: Hasta 1959, en la Misa tridentina se rezaba el Viernes Santo «por los pérfidos judíos», pidiendo su conversión. Con el tiempo la gente comenzó a interpretar la palabra «pérfido» sólo en el sentido peyorativo que asumió en las lenguas vernáculas, es decir, como «traidor», «malvado», «desleal». Sin embargo, en latín —idioma en que se escribió la oración— la palabra «pérfido» procede de per y fides, es decir, significa el que persiste o permanece en su fe. Así, resultaba perfectamente bien aplicada a la situación de los judíos, que rechazaron las enseñanzas de Cristo decidiendo conservar la religión de sus antepasados a pesar de ser sólo «sombras» de la Revelación total y definitiva.
Por cierto, el 6 de septiembre de 1938, año anterior al estallido de la segunda guerra mundial, Pío XI pronunció este discurso que dio rápidamente la vuelta al mundo: «Resaltemos que en la Santa Misa Abraham es nuestro Padre y nuestro Patriarca. El antisemitismo es incompatible con el elevado pensamiento que ese hecho expresa. Es un movimiento con el que los cristianos no pueden tener nada que ver. No, no, os digo que es imposible para un cristiano tomar parte en el antisemitismo. Es inadmisible. A través de Cristo y en Cristo somos la progenie espiritual de Abraham. Espiritualmente, todos somos semitas».
ACUSACIÓN: Hitler era católico, y tuvo todo el apoyo de la Iglesia.- Adolfo Hitler era católico; hasta hay una foto en el que se le ve saliendo de Misa. Además le dijo a un amigo cuando eran jóvenes que su deseo más ardiente era haber podido ser sacerdote católico. Después que escribió su libro “Mi lucha”, dio este testimonio público: «Yo soy ahora tan católico como lo he sido siempre». Cuando firmó el convenio entre el Tercer Reich y la Iglesia católica, afirmó: «Yo sólo estoy continuando la obra de la Iglesia católica romana». Además, citaba frecuentemente la Biblia para basar sus ataques contra los judíos. Hasta el día de hoy muchos judíos consideran a Adolfo Hitler como «cristiano» porque el Papa «le dio su total apoyo».
RESPUESTA.- Las personas que piensan que Hitler era católico solamente por una foto, entonces estarían diciendo que Juan Pablo II se volvió musulmán porque hay fotos que demuestran que entró a una mezquita; o que Benedicto XVI se volvió de religión judía porque las fotografías prueban que entró a una sinagoga. Aunque Hitler haya sido bautizado, y aunque en su cartilla del servicio militar diga que fue católico, dicha condición religiosa no es perenne ni se da por sólo decirlo; cualquier bautizado puede abandonar el cristianismo. Para ser católico se necesita aceptar todos y cada uno de los dogmas de la fe cristiana. Hitler, a través de su discursos, programas y obras, fue dejando claro que rechazaba a Jesucristo y sus preceptos. Habrá seguido asistiendo a veces a Misa —como sucede con miles de paganos y de «católicos de nombre» que entran al templo en bodas, cumpleaños, bautizos, funerales, etc., aunque rechazan las enseñanzas de la Iglesia—, pero estaba muy, muy lejos de ser católico. En cuanto al uso que haya hecho de la Biblia para asesinar, Hitler simplemente habrá emulado a Satanás, que quiso tentar a Cristo usando citas de las Sagradas Escrituras. En cuanto a judíos que puedan estar creyendo que Hitler era cristiano, debe tratarse de casos de personas sumamente incultas, que no tienen idea alguna de lo que significa el cristianismo.
ACUSACIÓN: El Vaticano estaba tan ansioso de obtener el favor del Tercer Reich que constantemente le daba su bendición públicamente. El Vaticano y Hitler firmaron el 20 de julio de 1933 un acuerdo de apoyo. Cuando Hitler invadió Austria, el cardenal Innitzer le recibió y saludó personalmente con la señal de la cruz, y le aseguró el apoyo total de Roma diciéndole que «todos los católicos debían ser considerados los hijos verdaderos del Tercer Reich».
RESPUESTA: No sólo el Vaticano —durante el pontificado de Pío XI— sino media Europa firmó tratados con Alemania en 1933. ¿Por qué? Porque en 1933 ni el Vaticano ni ninguna nación sabía lo que Hitler tenía en mente. El acuerdo firmado por la Santa Sede y el gobierno alemán aseguraba para los años siguientes el derecho de la Iglesia a realizar sus funciones evangelizadoras en Alemania. El Concordato garantizaba también que si Alemania rehiciera su ejército, los soldados tendrían acceso a capellanes; pero esto no significa que la Iglesia aprobara o promoviera el rearme, sino que lo firmó buscando acercar la conversión y los sacramentos a todos en todas las circunstancias posibles.
Con el paso de los años se fueron descubriendo las verdaderas intenciones de Hitler, y la Iglesia se fue pronunciando en contra de ellas. Pío XI publicó el 14 de marzo de 1937 la encíclica “Mit brennender Sorge” («Con ardiente preocupación»), cuando Eugenio Pacelli —futuro Pío XII— era su secretario de Estado. El documento condenaba no sólo la persecución de la Iglesia en Alemania sino también el neopaganismo de las teorías raciales nazis.
“Mit brennender Sorge” disgustó tanto a los nazis que un memorándum interno del gobierno, fechado el 23 de marzo de 1937, calificó a la encíclica de «casi una declaración de guerra contra el gobierno del Reich».
Por otra parte, los clérigos católicos fueron de los primeros en Alemania en reconocer la amenaza que suponían los nazis. En 1930, los obispos de Berlín y Westfalia condenaron a los nazis en cartas pastorales. En la primavera de 1931, los obispos bávaros condenaron igualmente al nacionalsocialismo y lo describieron como incompatible con el cristianismo. Declaraciones semejantes fueron hechas por los obispos de Colonia, Paderborn y el alto Rin. A raíz de esto, el 28 de octubre de 1935 el Ministerio de Propaganda nazi impuso la censura previa a todas las publicaciones periódicas de la Iglesia, y el 30 de noviembre de 1935 la medida se extendió a todo el material gráfico o escrito que fuera a ser distribuido. Por eso, después de 1937 los obispos alemanes abandonaron sus infructuosos intentos de imprimir sus pastorales y se limitaron a leerlas desde los púlpitos, pero a veces eran confiscadas antes de llegar al templo.
Como Hitler era austríaco de nacimiento, llegó a Viena y se entrevistó con el cardenal Innitzer, del que logró con engaño una desafortunada declaración del episcopado austríaco en que se ensalzaba el nacionalsocialismo alemán. En seguida vio Innitzer que había cometido un grave error, y añadió una nota aclaratoria. Como era de suponer, la propaganda nazi aireó la declaración, pero omitiendo toda referencia a esa nota aclaratoria. Innitzer fue llamado a Roma y a los pocos días publicó una rectificación mucho más contundente. Sólo después fue recibido por Pío XI, pues hasta entonces no había querido hacerlo. La respuesta nazi fue ignorar la rectificación, suprimir las organizaciones juveniles católicas, la enseñanza de la religión y hasta la Facultad de Teología de Innsbruck. El palacio arzobispal de Innitzer fue asaltado y arrasado por las juventudes hitlerianas.
Hay muchas fotos en que aparece Hitler con obispos, presbíteros y monjes católicos, y que se usan para «demostrar» el contubernio entre la Iglesia y el nazismo. Intencionalmente se omiten las fechas, pues fueron tomadas años antes de que el dictador hiciera públicas sus más bajas intenciones. Aun así, seguramente hubo miembros de la Iglesia —clero y feligreses— que finalmente renunciaron a Jesucristo y se pronunciaron a favor del Führer, pero justamente en ese momento dejaron de ser Iglesia.
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Para Hitler, propagador del paganismo, la Iglesia era su enemiga, y por eso tenía planes de asesinar a Pío XII
En la década de 1920 Hitler dijo a Ludendorff, alto oficial del ejército alemán, que tenía que disimular su odio al catolicismo porque necesitaba el voto de los católicos bávaros tanto como el de los protestantes prusianos: «El resto puede llegar más tarde».
Y tenía razón, pues, cuando la hora llegó, «los ataques públicos de los nazis contra el cristianismo producían mucha insatisfacción en el pueblo alemán, y especialmente en las zonas católicas. Los intentos locales de los funcionarios nazis de restringir las prácticas religiosas y eliminar los crucifijos de las escuelas ocasionaron tal indignación, tales tumultos y unas protestas tan furiosas que los funcionarios, en general, revocaron sus órdenes» (“Los Verdugos Voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el Holocausto”, Daniel Jonah Goldhagen [historiador judío-esatadounidense], Taurus, Madrid 1998).
El testimonio de un ex—nazi
Hermann Rauschning (1887-1982) fue un terrateniente alemán nacido en Thorn /(hoy Polonia) que ingresó al partido nazi en 1931y fue designado presidente del Senado de Danzig. Durante este período estableció directas relaciones con buena parte de la dirigencia nazi, reuniéndose en varias ocasiones con el propio Hitler. Habiéndose arrepentido del nazismo tras conocerlo por dentro, renunció al partido en noviembre de 1934 y se exilió en Estados Unidos. En 1939 escribió un libro titulado “Hitler me dijo”, que, según su autor, recoge el contenido de diversas reuniones y conversaciones que el líder nazi mantuvo con su círculo más cercano y de las que él mismo fue testigo y partícipe. Ahí, asegura, Hitler «expuso sin tapujos sus ideas verdaderas, ideas que siempre ocultó».
Escribe Rauschning: «A pesar de las muchas mentiras vertidas sobre la relación entre Hitler y la Iglesia católica, ésta constituyó siempre un dolor de cabeza para el Führer. Como todos los totalitarismos, Hitler intentó destruir a la Iglesia católica empezando por la alemana». El autor recuerda cuando el dictador alemán comenzó a perseguir «a los sacerdotes católicos por tráfico de divisas o por atentado a las costumbres, a fin de presentarlos a los ojos de la masa cual criminales, quitándoles de antemano la palma del martirio y la gloria de la persecución».
Además, los historiadores han demostrado que Hitler trabajó por reinstaurar el paganismo primitivo. En “Hitler me dijo”, Rauschning pone estas palabras en boca de Hitler: «Nuestros campesinos no han olvidado sus creencias de otros tiempos; la vieja religión vive siempre… Durante la Semana Santa y en las exposiciones agrícolas ambulantes difundiré nuestro credo religioso por la imagen, y de un modo tan expresivo, que el campesino más obtuso comprenderá… El campesino debe saber lo que la Iglesia le ha hurtado: la intuición misteriosa y directa de la naturaleza, el contacto instintivo, la comunión con el espíritu de la tierra. Así es como debe aprender a odiar a la Iglesia. Debe aprender progresivamente de qué trucos se han valido los sacerdotes para robarles el alma a los alemanes. Rascaremos el barniz cristiano y volveremos a hallar la religión de nuestra raza». Hay que comenzar por la campiña, y no por las grandes ciudades… En las grandes ciudades no queda absolutamente nada. Allí donde todo ha muerto es imposible reanimar nada. Mas nuestros campesinos viven aún sobre un fondo de creencias paganas, y partiendo de ahí podremos evangelizar [¿?]algún día a las multitudes de nuestras ciudades».
Hitler realizó muchas acciones contra la Iglesia, la mayoría de ellas de manera velada. Entre sus planes incluía la destrucción del Vaticano y, más aún, el asesinato de Pío XII. Datos sobre este objetivo fueron confesados por Karl Wolff, antiguo general de las SS.
El plan para eliminar al vicario de Cristo fue organizado después del 25 de julio de 1943 por el Reichssicherheitsamt (cuartel general para la seguridad del Reich) de Berlín.
De ello también da testimonio Niki Freytag von Loringhoven, residente en Munich, hijo de Wessel Freytag von Loringhoven, quien fuera coronel del Alto Comando Alemán de las Fuerzas Armadas. Revela que el 29 y 30 de julio de 1943 tuvo lugar en Venecia un encuentro secreto para informar al jefe de contraespionaje italiano, el general Cesare Amè, de la intención del Führer de castigar a los italianos con el secuestro o el asesinato de Pío XII y del rey de Italia; esto como represalia por haber por haber arrestado a Mussolini. Pero uno de los participantes de la reunión, el jefe de contraespionaje italiano, general Cesare Amè, al regresar a Roma divulgó la noticia de los planes contra el Papa para bloquearlos.
El historiador Andrea Tornielli, en su libro “Pío XII, el Papa de los judíos”, revela otro plan hitleriano de arrasar «a sangre y fuego» el Vaticano y secuestrar y confinar al obispo de Roma y jefe de la Iglesia católica en algún lugar del Principado de Liechtenstein, donde permanecería retenido como rehén del ejército alemán. Esto ocurrió también en 1943, tras que el Führer se enfureciera por la firma del armisticio entre el gobierno italiano del mariscal Badoglio y los aliados el 8 de septiembre. Pero el plan no llegó a cumplirse gracias a que el general Karl Wolff, entonces comandante de las SS en Italia, logró disuadir a su superior.
Autor:
Diana García Bayardo
Fuente: http://www.elobservadorenlinea.com
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Hitler en Misa y otras supuestas pruebas de complicidad de la Iglesia con el nazismo
Diana García Bayardo
Fuente: http://www.elobservadorenlinea.com
http://radiocristiandad.wordpress.com/2010/02/17/desmitificando-hitler-en-misa/#comments
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2010 Febrero, 18
Logan Enlace permanente
En primer lugar, estas versiones de la historia, son contradictorias a la realidad.
En segundo lugar, qué simplón el comentario de que no podemos llamar musulmán a Wojtyla Katz porque entró a una mezquita.
Si un varón le lleva a su amiga su bolso no quiere decir que sea mujer, pero si se pinta con el colorete, se riza las pestañas, si se pone sus pantimedias, si usa brassiere, si se pone falda, se sodomiza y demás; tampoco nadie va a pensar que es mujer sino marica.
De igual modo, Wojtyla Katz, no sólo entró y salió a la mezquita, a la Sinagoga, dejó su recadito en el Muro, encendió las velas de la menorhá, celebró festividades hebreas, besó el Corán, se incenció por animistas y satanistas, rodeado de mujeres desnudas y todo lo demás; nadie va a pensar que es católico, sino anticristiano.
Por último, si Hitler iba a Misa o no: a los hombres les es ajeno hacer su juicio particular; sólo Dios conoce la verdad de su corazón. Pero en cuanto a combatir a los enemigos de la Iglesia, al comunismo marxista, a la masonería y al hebraísmo y en cuanto al odio que han sembrado la Gran Prensa y la Nueva Iglesia en su contra, nos hace pensar que seguramente hizo cosas muy buenas.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis
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2010 Febrero 18
Luis Salvatierra Enlace permanente
Completamente de acuerdo con Logan. Donde tanto lo critica la judería, los liberales (al igual que han hecho con Franco) y los liberales infiltrados en la Iglesia es porque o no es tan malo como la maquinaria hebrea lo pinta o no fue malo en absoluto. La misma maquinaria que es más suave en sus ataques a genocidas como Stalin (hebreo), Castro (hebreo), el Che, Mao, etc. Hasta donde se sabe, Franco salvó a España de la catástrofe roja pero según la propaganda hebrea, era el diablo…
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2010 Febrero 18
Acacio Enlace permanente
De entrada aún no está demostrado que murieran seis millones de judíos en las cámaras de gas, eso ya… de entrada. Y es penoso que a pesar de que el mismo anuario judío lo desmienta se tenga aún la desfachatez de continuar con el mismo rollo.
Las confesiones que se pudieran obtener de ese tal Karl Wolff habrían sido extraídas con los mismos métodos de tortura que se utilizaron con otros nacionalsocialistas, como Höss.
Como católico intento defender la verdad y no fomentar continuamente el odio a un pueblo que sigue pagando su derrota.
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2010 Febrero 18
Azul Enlace permanente
Es fundamental ver cuál es la bibliografía que Diana García Bayardo confiesa haber utilizado.
Como dice ser católica seguramente habrá recurrido al material de Salvador Borrego (católico), Romanescu (católico), Bochaca (católico), no nada de eso, ella nos indica que su mentor es un judío sionista, así señala que su fuente fue: “Los Verdugos Voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el Holocausto”, Daniel Jonah Goldhagen [historiador judío-esatadounidense], Taurus, Madrid 1998)”.
Por favor no sigamos más con estas patrañas anticristianas y con plumíferos de cuarta categoría, mercenarios del más crudo judaísmo.
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2010 febrero 18
Peralitos Enlace permanente
Respecto a la cabalística cifra de los seis millones, llama la atención que en las crónicas de las matanzas de mártires a manos de la Roma pagana, se tiene un cómputo estimado de aproximadamente seis millones de mártires en las diez persecuciones de los césares romanos ¿coincidencia … o macabra burla hebrea?
2010 Febrero 19
Alejandro Enlace permanente
Hitler ha sido figura importante para los anatemas del mundo moderno.
En la “teología” actual, con sus pseudodogmas, Hitler es el demonio que llevó al holocausto al “cordero sin mancha” (entiéndase: pueblo hebreo-kabalista) para cumplir con las profecías del Antiguo Testamento. Y todo aquel que se atreva a mostrar la mínima simpatía a la persona de Hitler y, peor negar el holocuento, es maldito como si vulgar hereje.
Es importante notar la sustitución de dogmas que se quiere hacer con el “holocausto judío” (sí, con minúsculas y entre comillas) por el Sacrificio en La Cruz de NSJC. Ratzinger condenando en cada oportunidad el Negacionismo mientras algunos (muchos) jerarcas tratan de minimizar El Calvario de Nuestro Señor como un simple acto social, del cual cada quien puede pensar y decir lo que le venga en gana.
En el lugar de los judíos y líderes fariseos pidiendo la crucifixión del Mesías, es el pueblo alemán con sus líderes clamando por el extermino de los hebreos-kabalistas. Como consecuencia, el Cordero Inmaculado pasa a ser sustituido por el “cordero inmaculado(?)” del kabalismo hebreo y el demonio que a todos seduce para tal fin, es el mismísimo Adolf Hitler. Aquí resumido el pseudodogma.
2010 Febrero 19
Logan Enlace permanente
Nicolás Martin,
Gracias por sus comentarios. Si lee de nuevo nuestra aportación, verá que de ninguna manera pretendemos “canonizar” a Hitler, por quien no sentimos ninguna clase de afinidad o admiración especial.
Pero tampoco es verdad que persiguió a los católicos por ser católicos. Consta en innumerables testimonios de decenas de autores. Y también consta la gran infiltración que sufrió el nazismo por parte de criptohebreos, algunos de ellos los más furibundos “germanistas” como Alfred Rosenberg.
Lo que sí consta son sus ataques a los hebreos y sus tentáculos, así como el odio de la Sinagoga contra todo lo que se parezca a la Alemania Nazi.
Ahí están obras como “Derrota Mundial” de Salvador Borrego. Claro que la Gran Prensa dirá otra cosa.
Por eso Pío XII siempre se abstuvo de apoyar a los “Aliados”, aunque no le simpatizaran del todo los nazis.
Por cierto; si Benedicta Stein, Max “El Partisano” Kolbe y Lolé (Juan Pablo II) Wojtyla Katz se ocultaron en conventos y seminarios, fue evidentemente para ocultarse por ser espías hebreos, no por ser católicos.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis
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Alberto Gonzalez Enlace permanente
“Ave Maria Purissima”
-Sine Labe Originali concepta-
Sr. Director, caros últimos Cristianos; Infiltrados y usurpadores, saludos en los Sagrados corazones de Nuestro amado Redentor y su Santisima madre.
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NICOLAS:
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Finalmente Borrego, quien como sabes fue director de Excelesior, (servanda iluminatis) y Marxista, no hace sino señalar algunas verdades, que no son comunes, empero unas verdades, NO SON LA VERDAD.
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Todo buen cristiano, debe estar en guardia contra la perfidia judía, (sionistas, y/o esos Falsos Judíos, a quienes Nuestro Señor JesuCristo llamó hijos del diablo), esos quienes también fueron combatidos por la bienaventurada Isabel La Católica, y a quien la historia al través del tiempo ha pretendido defenestrar, desde la mítica Inquisición (leyenda Negra), hasta los cuentos coloniales en América Latina, cada vez mas creídos por las masas estultas, ahora bien, si como sabemos toda esta historia ha sido vituperada, manoseada y tergiversada por ese sionismo, Y también sabemos, que ese mismo Sionismo, inventó a Anita Franc-masona, apodada doña bolígrafos, asi como sus camaritas de cianuro, sin cianuro, que le podría hacer pensar a alguno, que las “biografias históricas oficiales” de personajes como el Duce, Franco, o Hitler, no estan manoseadas???
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Máxime, si se puede ver precisamente que el ínclito personaje, (según esa historia), recluía y asesinaba judíos??? que el Duce, no sólo logró el concordato que aún hoy mantiene al estado Vaticano, sino que devolvió la educación católica a la misma Península itálica, y ¿qué decir del Generalisimo?
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Obvio, hoy, hay cambiar nombres de calles y tirar estatuas, ellos fueron los malos, ellos los asesinos, ellos los perversos, empero al ulterior juicio universal, no quedará cosa alguna oculta.
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SEA PARA GLORIA DE DIOS
2010 Febrero 20
Ricardo Enlace permanente
Nicolás,permíteme que haga unas matizaciones a tu comentario:
Cuando una conflagración a escala mundial tiene lugar, aún en el bando de los mejores hay gente para todos los gustos. A mí, por ejemplo, me gusta la catolicidad y espiritualidad de León Degrelle o de Codreanu, pero ello no quita que en el “eje” hubiera gente impresentable, desde luego.
La teoría de que Hitler quería sustituir el cristianismo por “la religión de la sangre” no es más que otra de las grandes mentiras.
Cuando Pío XI promulgó la encíclica Mit Brennender Sorge el 14 de marzo de 1937, ésta se leyó en todas las iglesias católicas alemanas. El mensaje esencial que transmitía era que el hombre como individuo sólo debe someterse a Dios y no puede ser engullido por movimiento político o social que reemplace a la auténtica religión. Se condenaba “El Mito del SigloXX”, de Rosenberg, que manejaba la idea de una iglesia alemana, pero esto era a título personal, ya que Hitler había declarado “abstruso” dicho libro. También se condenaba el libro “La Alemania Nacional-Socialista” de Berman, que era una apología exagerada de la raza y que carecía de toda representatividad oficial. Lo cierto es que la mayoría (o su totalidad) de los movimientos católicos de Europa lucharon al lado de Hitler contra el bolchevismo ateo y el capitalismo igualmente ateo y judío.
Debemos tener en cuenta que Pío XI expidió otra encíclica (“Divini Redemptoris”) en la que condenaba en masa y totalmente a los regímenes marxistas.
Asímismo sorprendió a los amos de las finanzas mundiales (al judaísmo internacional) con la encíclica Quadragésimo Anno, en la que examinó la “Volatilidad de las monedas, que de un día para otro perdían poder adquisitivo; la inflacción, la deflacción y la usura”, con lo cual la judería internacional lo tomó como una apología al nacionalsocialismo, porque eso era lo que Hitler había hecho: acabar con la corrupción de la usura y devolverle al pueblo la dignidad que merece. Algo que el gobierno mundial no estaba dispuesto a perdonar.
Un cordial saludo en los Sagrados Corazones de Jesús y María
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Logan Enlace permanente
Nicolás
Precisamente esos errores de carácter teológico, de la raza superior aria, es teoría del criptohebreo Alfred Rosenberg, al final denunciado como espía y traidor. Él es quien llevó la parte racista de la ideología nazi, que al final fue rechazada por casi todos los nazis, por eso es imprescindible leer fuentes “no autorizadas” por el Kahal y así desecharás por absurdos mitos como la Sociedad del Tule y hasta que Hitler era hebreo.
Por ejemplo, está la gran mentira contra las tropas selectas SS, las cuales fueron creadas porque la infiltración en las tropas de asalto SA las degeneró en racistas y los SS se dieron a la tarea de rescatarlas y reconstruirlos hacia su verdadero fin. su amor por Alemania, lo cual no tiene nada de malo.
El problema de las SS era que por su concepto de inteligencia, integridad y heroísmo son la verdadera amenaza del Plan hebreo de dominación mundial, es decir, que para los hebreos la idea de enfrentarse a la verdadera élite es la mayor de sus pesadillas, como lo advierten en los Protocolos de los Sabios de Sión. Por eso también se calumnia y menosprecia a grupos de élite como los Boinas Verdes que combatieron en Vietnam o los Gurkjas de Corea, entre otros.
Por cierto, todos los SS en la hebilla del cinturón portaban la frase “Dios con nosotros” y contra la tesis racista, resulta que la principal columna de los SS eran los más bajitos de estatura y menor fuerza física, pero más valerosos que los demás.
En la edad media, igualmente la Cristiandad elegía a los mejores para ser caballeros y sacerdotes, no por favoritismos, su misión lo requería; la frase entre las familias nobles era “para el Señor lo mejor”.
Claro que eso no lo leerás en El País, New York Times, 30 Giorni o Clarín.
Y para precisar la perversidad de la actual Demoniocracia, debemos entender que la masificación de la Iglesia y del Ejército se inició con el fin de poder destruir ambas con la menor resistencia posible, por eso se comenzó a ver el encumbramiento de mediocres y afeminados en ambas instituciones.
A las verdaderas élites se les fue combatiendo y degradando como conocemos un montón de ejemplos en los ejércitos del mundo. En la Iglesia están varios casos como los del Cardenal Siri -posiblemente sucesor legítimo de Pacelli- pero sustituido por la medianía de Roncalli o el Padre Leonardo Castellani entre otros miles de casos.
Ese falso odio al “racismo” y al “elitismo” de los hebreos, lo único que oculta es el gran temor que tienen al resurgimiento dela Cristiandad.
Ave Maria, gratia plena
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http://radiocristiandad.wordpress.com/2010/02/17/desmitificando-hitler-en-misa/#comments
LOGAN:
No debemos buscar una versión equilibrada, sino veraz.
A los males de Hitler que señalas, debemos añadir su relación escandalosa con Eva Braun y muchos otros pecados públicos -lo privados, eso son- pero de que fue bautizado católico es público, que fuera buen católico es cuestionable, como en la casi totalidad de los actuales gobernantes “católicos”.
Por otra parte, el combate suicida contra los enemigos de la Iglesia y de su nación son un hecho mayúsculo, principalmente por el número y fuerzas de sus enemigos, quienes controloban a las tres principales potencias mundiales, USA, Inglaterra y Rusia. Si a eso añadimos que tenía hebreos infiltrados hasta en su Estado Mayor (Von Manstein, Rubenstein, etc,,,), en su cuerpo de Inteligencia (Canaris/Moses Meyerbeer), en el Partido Nazi (Alfred Rosenberg) en sus Finazas (Schatch)…él ya sabía que la guerra estaba perdida en 1942, pero no claudicó, con la esperanza de contener a los soviéticos al máximo y así permitir el despertar de los adormecidos americanos en la persona de sus valiosos militares como los generales George Patton y Douglas Mc Arthur.
Estos dos hombres, cuando entendieron el peligro que representaba la bestia soviética, se enfocaron en mal lograr el avance del Ejército Rojo, Patton al desobedecer las órdenes del hebreo Eisenhower y lanzarse a rescatar a todos los científicos alemanes que darían la supremacía tecnológica a los EEUU -nuclear, aeronáutica y submarina- y Mc Arthur al abir el frente oriental a los rusos, que impidió la rápida marcha soviética sobre el resto de Europa, como fue acordado en Postdam.
Su audacia les costó la vida Patton y Mc Arthur, primero destituidos y luego asesinados. Y eso que no eran “racistas criminales de guerra nazi”.
Para muchos, la no claudicación de Hitler en 1942 y la espartana audacia de Patton y Mc Arthur es la causa de que el 9 de mayo de 1989 cayera el Muro de Berlín. Así trascienden los hombres, por sus decisiones y sus obras.
¿Quién más se ha atrevido en la historia?. No muchos…
Eso son los hechos. Lo de la Shoá, el “racismo de Hitler” y demás, son puros cuentos orientales, es decir hebreos.
Ave Maria, gratia plena
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Nicolás Martin Enlace permanente
Estimado Logan, muy interesantes sus opiniones. Rescato principalmente lo primero, el hecho de buscar una versión veraz.Con respecto a lo demás, coincido en que Hitler lucho contra los principales enemigos de la Iglesia. Lo que no termino de saber es si el fue o no enemigo de la Iglesia…Querido Julio, me pareció muy interesante tu comentario en donde decís «Mi opinión es que si ese régimen no era cristiano en su más exacto sentido, los valores que defendía como familia, patriotismo, honor, salud, etc.. eran más cristianos que lo que se defiende hoy: pornografía, homosexualidad, droga, aborto, ateísmo, etc…». Es para reflexionar.Por otro lado, si bien es cierto que nada nacido de los principios de la revolución francesa puede ser cristiano, creo que después de ella si han habido sistemas y regímenes que han intentado (y en algunos casos implementado) la Cristiandad como base social de sus gobiernos. Podríamos citar al Franquismo, a la Revolución Argentina de Onganía, y obviamente todo intento de Monarquía Absoluta que se haya querido implementar luego de la antes nombrada revolución, entre otros.
CRISTO VENCE
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2010 Febrero 24
Peralitos Enlace permanente
Creo que es importante recordar que uno de los principales pecados que la prensa hebrea / hebreófila le achaca a Hitler (no directamente, por supuesto, sino veladamente) es el haber lanzado un modelo económico realmente beneficioso para el pueblo, en el que el valor monetario del dinero circulante no tenía como base el oro, sino el trabajo del pueblo alemán. Este modelo económico fue un rotundo bofetón en los hocicos de los de la estrella davidiana, y tanto así que fue esto lo que más lo impelió a aniquilar al III Reich : porque Hitler con ello empezó a dar el «mal ejemplo» al resto de los países del orbe de que se podía prescindir del gran engaño del oro en las finanzas públicas (el poder dorado).
El determinar si Hitler fue en realidad católico o no, practicante o no, queda un poco al lado de todo esto (y no estoy queriendo decir que no sea importante el que una persona sea o no católica, sino que eso es un asunto privado de cada indiciduo); lo que sí es verdad es que, independientemente de lo anterior, el fruto de su esfuerzo fue muy bueno … aunque haya sobrevenido al final la derrota.
Logan : estupendos sus comentarios, y muy ilustrados también.
Alberto : me ha quedado una duda en su último comentario, pues no entendí si Ud. le llamó marxista a Salvador Borrego, o yo lo he entendido mal, pues en su comentario del pasado día 20 del corriente escribió : «Finalmente Borrego, quien como sabes fue director de excelesior, (servanda iluminatis) y Marxista, no hace sino señalar …»
Es simple curiosidad mía (y creo de otros foristas pudiera serlo también, pues siempre hemos mirado en el señor Borrego a un fuerte baluarte antimarxista).
Ricardo : ¿podría recomendarme alguna obra o editorial para leer a Codrianu, a Degrell? Mil gracias.
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Peralitos Enlace permanente
Gracias por la aclaración, Alicia. Gracias igualmente por sus inmerecidos elogios, Logan.
Estoy completamente de acuerdo con Ud., Nicolás Martín en que lo más trascendente en la vida de un ser humano es su firme convicción católica, porque de ello pende, en gran (o enorme) medida no solo la oportunidad de salvar su alma, sino también el que sea capaz de contribuir eficazmente a la salvación de las almas de quienes le rodeen en su vida cotidiana. Pero mi comentario no iba en ese sentido; mas bien iba en el sentido de que al no tener la certeza de si Hitler (Heil Hitler!) fué o no practicante de la religión católica, no por eso dejaron de ser buenas sus obras.
Como ya lo ha apuntado Logan, consta (según refiere el mismo señor Logan) que fue bautizado (recuérdese que Hitler nació en Braunau, lo que entonces era la Austria católica después de la Primera Guerra Mundial – despojos del gran Imperio Austrohúngaro – y antes de la Anschluss), aunque siempre será cuestionable la vida que llevó el Führer al lado de Eva Braun, así como siempre será cuestionable como terminó sus días, por propia mano, a 30 de abril de 1945. Todo ello, mas los puntos 14º y 18º de los postulados del nazismo, con un marcado tinte de sobreexaltación a la pureza genética de la sangre (reales o no, según ya lo ha expuesto magistralmente Logan con anterioridad, por el tal Rosenberg infiltrado en las filas del nazismo alemán) han sido las principales causas o argumentos que detractan la talla y figura del gran líder alemán. Él ya ha muerto y ya ha recibido sentencia eterna después del justísimo Juicio Divino. Dios se haya apiadado de su alma … pero no lo sabemos.
Lo que sí ha quedado como una estela luminosa es su brillante obra : y una de las prendas más brillantes es el legado de su ejemplar valor estoico para enfrentar adversidades descomunales.
Figúrese que tenía conflagradas en su contra a nada menos que a dos de las máximas potencias bélicas de ese entonces, más el colosal oso comunista estepario, más la regular potencia de la Francia de entonces – que aunque decadente, todavía era de cuidado … y como ¿aliados? tenía a la estúpida Italia del estúpido Mussolini, y al mediocre Hirohito del Japón (Franco escurrió el bulto); su país (Alemania) prácticamente acababa de terminar la Primera Guerra Mundial con todo en su contra (territorio menguado, moral menguada, economía menguada). Y aun con todo esto tuvo la gallardía de levantarse, ponerse en armas y poner en jaque al perversísimo Stalin (que aullaba desesperado por ayuda … así como después aulló pero de agonía cuando cayó en manos de su “digno” sucesor : Nikita Jrushov : se dice que en las salas en donde Stalin fue martirizado todavía resuena el eco de sus alaridos de terror (¿represalias por los 22 millones de ucranianos sacrificados al bolchevismo stalinista?)); y ni Churchill (que tuvo que apresar contra todo derecho a Rudolph Hess) ni Franklin Delano Roosevelt (al que no le importó “perder” en la batalla de Pearl Harbor … pues su coartada perfecta para poder participar en la gran guerra) podían contener a la enjundia del gran teutón.
¡Y después la magistral estrategia económica de poner toda la grandeza de la nación alemana en el fruto del trabajo de su pueblo (verdadero socialismo, o nacionalsocialismo) : con ello desenmascaró el burdo engaño de las finanzas judías que ponen toda la riqueza de las naciones en las reservas de oro que tienen sus bancos (judíos, por supuesto)! Figúrse Ud. que Alemania, enmedio de la gran guerra, con el bloqueo económico de las principales naciones del orbe, fue autosuficiente … y tanto, que estuvo a punto de romperle las muelas a todos sus detractores.
Todo esto (y más, mucho más) lo puede Ud. constatar al leer minuciosamente la grandiosa obra de don Salvador Borrego intitulada “Derrota Mundial”.
Sí, definitivamente fué grande, colosal, la epopeya germánica en esta gran confrontación, y aún era más grande lo que se hubiera podido conseguir de haber salido triunfantes las potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón), pero Alemania finalmente sucumbió, Hitler se suicidó y … no sabemos qué cuentas haya tenido que rendir al Creador.
2010 Febrero 25
Peralitos Enlace permanente
En realidad habría muchas cosas qué decir de todo este apasionante tema (casi que habría que trascribir línea por línea lo escrito por don Salvador Borrego) pero hay sobradas, sobradísimas evidencias del gran engaño publicitario con que se ha velado la verdad de los hechos … al mismo tiempo que se ha develado una descarada sarta de mentiras injuriosas.
Una de las cosas, a mi ver, más palpables, es la cuestión de Polonia. Polonia fué el “pretexto” ideal, la “excusa” humanitaria por la que prácticamente se inició todo el combate (pues, geográficamente Polonia se interponía a la marcha de las tropas alemanas que se dirigían a la Unión Soviética).
Inglaterra se indignó por el “atropello” de Alemania (que estaba en todo su derecho histórico a EXIGIR el paso de sus tropas, pero aun así lo hizo de la mejor manera diplomática; y Polonia ya había razonablemente accedido, solo que fué soliviantada por los diplomáticos británicos asegurándole que, si se oponía, Inglaterra se pondría de su parte (¡sí, cómo no!)) y, después de lanzar como carne de cañón a los indefensos polacos (sin meter ni una sola bala para defenderlos, como habían prometido hacerlo), después de despedazada esta, se puso la pérfida Albión a plañir “por el pobre pueblo polaco” … mientras Stalin invadía la mitad oriental de Polonia, sin que nadie dijera pío.
Si el principio de la guerra fué por defender a Polonia, lo más lógico es que al final de la misma Polonia tendría que haber quedado mejor que antes de iniciar la guerra … o bueno, al menos igual. Pero la realidad de las cosas es que terminó peor, mucho peor, pero no bajo el dominio nazi, sino a manos de sus mismos “defensores” del principio de todo : bajo la bota del fiero bolchevismo sangriento y despiadado, con la anuencia de los Estados Unidos de América, el beneplácito del Reino Unido de la Gran Bretaña, la complacencia de la pervertida Francia masónica y decadente, y (lo que es lo peor de todo) la absoluta indiferencia del resto de las naciones del mundo, muchas de ellas, por cierto, profundamente católicas (nuestro queridísimo Méjico, la hermana Argentina et al).
2010 Febrero 25
Peralitos Enlace permanente
El Dr. Traian Romanescu, en su monumental obra “Traición a Occidente” (y si no es en esta obra, que se me disimule este bibliográfico error)identifica al diabólico poder israelítico (la Estrella de David) los seis poderes de este monstruo apocalíptico : el poder rojo (comunismo), el azul (masonería), el dorado (economía y finanzas) … y así continúa, hasta llegar al poder blanco : la prensa, uno de los tentáculos más fuertes de esta bestia.
Desde un principio, la prensa internacional identificó a Adolf Hitler como a un terrible adversario del Movimiento Internacional Judío, pues desde 1933 (y en ello pecó el Führer de ingenuo) anunció los postulados de su gobierno, pues ya había sido electo canciller de Alemania :
1º Alemania se declaraba enemiga de la doctrina marxista (dicho en romance : de la URSS),
2º Oponía a la nefasta doctrina marxista el más puro y acendrado nacionalismo alemán, y
3º Renunciaba a entrar en conflictos con las naciones occidentales (mundo libre).
Pero los alquimistas hebreos de la propaganda mundial ocultaron / tergiversaron todo esto, haciendo la figura de Hitler (¡hasta hoy día!) odiada por toda la gente.
Llama la atención que uno de los puntos de este desprestigio de la figura de este nuevo kaezar alemán era señalarlo, estigmatizarlo, como antirreligioso. Hitler se defendió (30 de enero de 1939) en un discurso alegando que en su país nunca se había perseguido a nadie por sus creencias religiosas, y enseguida refirió las aportaciones del erario a las iglesias alemanas, totalizando 1,770 millones de marcos.
Mire, Nicolás Martín : yo no sé (ni puedo saber) si las protestas de inocencia de Hitler fueran o no ciertas, ni sé si aportó (o deportó) dinero para el culto de las iglesias en Alemania.
Yo, como Logan y otros foristas que han participado en todo esto, cuando rezo a algún santo me dirijo a San Antonio de Padua o a alguno otro que sea de mi devoción; no me dirijo a Adolf Hitler para ello.
Pero si se trata de admirar a los grandes líderes que a lo largo de la historia de la humanidad han hecho cosas prodigiosas (POR EL BIEN de la humanidad), uno de los favoritos en el catálogo de los muchos que hay allí, es : Heil, Hitler! (en otras palabras, no me interesa si fué o no católico : eso es una cosa enteramente personal que solo atañó a Hitler para la salvación de su alma).
2010 Febrero 25
Logan Enlace permanente
Nicolás Martín y Perales,
Muy valiosas las obras de escritores como Romanescu y Borrego, aunque en honor a la verdad y en relación a lo que señala Alberto, Salvador Borrego Escalante en realidad no es el autor de Derrota Mundial, aunque él la firmó.
Ave Maria, gratia plena
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Ricardo Enlace permanente
Peralitos, saludos. Entra en est enlace: http://www.libreriaeuropa.es/familias.php?fam=44236 para acceder a las obras de Degrelle y de Codreanu. Te recomiendo “Almas ardiendo” de Degrelle y “Guardia de Hierro” de Codreanu.
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2010 Febrero 26
Ricardo Enlace permanente
Peralitos: como botón de muestra te transcribo la carta de Leon Degrelle, general católico de las SS, a Juan Pablo II con motivo de su viaje al campo de concentración de Auschwitz.
CARTA AL PAPA
de Leon Degrelle
En el exilio, a 20 de mayo de 1979
A SU SANTIDAD EL PAPA JUAN PABLO II
CIUDAD DEL VATICANO
Muy Santo Padre :
Yo soy León Degrelle, el Jefe del Rexismo belga, antes de la segunda Guerra Mundial, y durante ésta, el Comandante de los Voluntarios belgas del Frente del Este, luchando en la 28» división de la Waffen SS “Wallonie”. Ciertamente esto no es una recomendación a los ojos de la gente. Pero yo soy católico como usted y me creo, por este hecho, autorizado a escribiros, como a un hermano en la fe.
He aquí de qué se trata : la prensa anuncia que con motivo de vuestro próximo viaje a Polonia entre el 2 y el 12 de Junio de 1979, S.S va a concelebrar la misa con todos los obispos polacos en el antiguo campo de concentración de Auschwitz. Yo encuentro, os lo digo de antemano, muy edificante que se rece por los muertos, sean cuales sean y donde sea, incluso delante de unos hornos crematorios flamantes, de ladrillos refractarios inmaculados.
Pero me asaltan ciertas aprensiones, a pesar de todo. S.S, es polaca. Esta condición aparece sin cesar, y es humano, en vuestro comportamiento pontifical. Si os impresionan fuertemente viejos resentimientos de patriota que participó de lleno en su juventud en un duro conflicto bélico, podríais estar tentado de tomar partido, una vez hecho Papa, en disputas temporales, que la historia no ha esclarecido aún suficientemente. ¿Cuáles fueron las responsabilidades exactas de los
diversos beligerantes en el desencadenamiento de la II Guerra Mundial?.
¿Cuál fue el papel de ciertos provocadores?. Vuestro presidente del Consejo de Ministros, el Coronel Beck, que todo el mundo sabe que era un personaje bastante sospechoso, ¿se comportó acaso en 1939 con toda la ponderación deseada?. ¿No rechazó con demasiada soberbia ciertas posibilidades de entendimiento? ¿Y después? ¿La guerra fue verdaderamente tal como se ha dicho?. ¿Cuáles fueron las faltas, e incluso los crímenes de unos y de otros? ¿Se han sopesado siempre con objetividad las intenciones? ¿No se ha desvirtuado a la ligera o con mala fe, porque la propaganda lo reclamaba, la doctrina del adversario atribuyéndole unos proyectos y endosándole unos actos cuya realidad puede estar sujeta a numerosas dudas?.
A pesar de que la Iglesia siempre está mucho mejor informada que nadie, a través de dos mil años de circunspección ha evitado siempre las posturas precipitadas, y ha preferIdo juzgar siempre sobre hechos probados, con calma, después de que el tiempo ha separado el grano de la cizaña, los furores y las pasiones. Especialmente, la Iglesia siempre se distinguió por una moderación extrema, a lo largo de la II Guerra Mundial. Siempre se guardó cuidadosamente de propagar locas elucubraciones que corrían entonces.
Muy Santo Padre, sobre vuestro suelo patrio — en Auschwitz particularmente –, afectado, quizás, por ciertas visiones incompletas y partidarias del pasado ¿va usted simplemente a rezar?… Temo sobre todo, que vuestros rezos, e incluso vuestra simple presencia en esos lugares, sean inmediatamente desvirtuados de su sentido profundo, y sean utilizados por propagandistas sin escrúpulos, que los harán servir, escudándose en vos, para las campañas de odio, a base de
falsedades, que emponzoñan todo el asunto de Auschwitz desde hace más de un cuarto de siglo. Sí, falsedades.
Después de 1945 — abusando de la psicosis colectiva que, a base de habladurías incontroladas, había transtomado a numerosos deportados de la II Guerra Mundial — la leyenda de las exterminaciones masivas de Auschwitz ha alcanzado al mundo entero. Se han repetido en millares de libros incontables mentiras, con una rabia cada vez más obstinada. Se las ha reeditado en colores, en películas apocalípticas que flagelan furiosamente, no sólo la verdad y la verosimilitud, sino incluso el buen sentido, la aritmética más elemental, y hasta los mismos hechos.
Usted, Muy Santo Padre, fue, según se dice, un resistente a lo largo de la II Guerra Mundial, con los riesgos físicos que comporta un combate contrario a las leyes internacionales. Ciertas personas añaden que usted estuvo internado en Auschwitz como tantos otros, usted ha salido de allí, ya que usted es actualmente Papa, un Papa que, con toda evidencia, no huele demasiado al famoso gas Zyklon B. Su Santidad, que ha vivido en estos lugares, debe saber, mejor que cualquier otro, que esos gaseamientos masivos de millones de personas nunca fueron realidad. S.S, como testigo de
excepción, ¿ha visto personalmente efectuar una sola de estas grandes masacres colectivas, tan repetidas una y otra vez por propagandistas sectarios?…
Ciertamente, se sufrió en Auschwitz. En otras partes también, Todas las guerras son crueles. Los centenares de miles de mujeres y niños atrozmente corbonizados por orden directa de los Jefes de Estado aliados, en Dresde, Hamburgo, Hiroshima y Nagasaky, tuvieron unos padecimientos mucho más horribles que los sufridos por los deportados políticos o los resistentes (entre ambos, el 25 por ciento de la población total de los campos), objetores de conciencia, anormales sexuales o criminales de derecho común (75 por ciento de la población concentracionaria) que padecían, y a veces morían, en los campos de concentración del III Reich.
El agotamiento les devoraba. El hundimiento moral eliminaba las fuerzas de resistencia de las almas menos templadas. Las crueldades de ciertos guardianes desnaturalizados, alemanes, y mas a menudo no alemanes, de los “kapos” y otros deportados convertidos en verdugos de sus compañeros, se sumaban a la amargura de una promiscuidad multitudinaria. Cabe pensar que en algún campo hubiese algún chiflado que procediera con experiencias de muerte inéditas o fantasías monstruosas en torturas o asesinatos.
Sin embargo, el calvario de la mayor parte de los exiliados, habría terminado felizmente el día tan esperado del inicio de la paz, sino se hubiera abatido sobre ellos, a lo largo de las últimas semanas, la catástrofe de epidemias exterminadoras, ampliadas aún más por los fabulosos bombardeos que destrozaban las líneas de ferrocarril y las carreteras, enviaban a pique los barcos cargados de presos, como ocurrió en Lübeck. Estas operaciones aéreas masivas destruían las redes eléctricas, los conductos y depósitos de agua, cortaban todo abastecimiento, imponían por doquier el hambre, hacían imposible todo transporte de evacuados. Las dos terceras partes de deportados muertos a lo largo de la II Guerra Mundial, perecieron entonces, víctimas del tifus, de la disentería, de hambre, de las esperas interminables sobre las trituradas vías de comunicación. Las cifras oficiales lo establecen.
En Dachau, por ejemplo, según las mismas estadísticas del Comité lntemacional, murieron en Enero de 1944, 54 deportados; en Febrero de 1944, 101; pero en el mes de Enero de 1945 murieron 2.888, y, en febrero de 1945 murieron 3.977. Sobre el total de 35.613 deportados muertos en este campo de 1940 a 1945, 19.296 fallecieron durante los últimos 7 meses de hostilidades; y queda demostrado que el terrorismo aéreo aliado no tenía ya ninguna utilidad militar, pues la victoria de los aliados, al principio de 1945, ya estaba totalmente asegurada. Y por tanto, ya no era necesario de ningún modo, dicho terrorismo aéreo aliado. Sin esta loca y brutal trituración a ciegas, millares de internados hubiesen sobrevivido, en lugar de convertirse -entre Abril y Mayo de 1945- en macabros objetos de exposición, alrededor de los cuales bullían manadas de necrófilos de la prensa y del cine, ávidos de fotos y películas con ángulos y vistas
sensacionales, y de un rendimiento comercial asegurado. Unos documentos visuales, cuidadosa y previamente retocados, sobrecargados, deformados, y generadores de crecientes odios.
Estos correveidiles de la información hubiesen podido, también, tomar kilómetros de fotografías similares de cadáveres de mujeres y niños alemanes, cien veces más numerosos, muertos exactamente de la misma manera, de hambre, de frío o ametrallados sobre los mismos helados vagones al descubierto, y sobre los mismos caminos ensangrentados. ¡Pero esas fotos, igual que las de la inmensa exterminación de las ciudades alemanes, que nos decubrirían seiscientos
mil cadáveres, ya se guardarían bien de darlas a conocer! Hubiesen podido turbar los ánimos y sobre todo, templar los odios. Y la verdad es que el tifus, la disentería, el hambre, los contínuos ametrallamientos aéreos, golpeaban indistintamente, en 1945, tanto a los deportados extranjeros como a la población civil del Reich, todos atrapados por unas abominaciones propias del fin del mundo.
Por lo demás, Muy Santo Padre, en lo que se refiere a una voluntad formal de genocidio, ningún documento ha podido aportar la menor prueba oficial de ello, desde hace más de 30 años. Mas especialmente, en lo que concierne a la pretendida cremación, en Auschwitz, de millones de judíos en fantasmales cámaras de gas de Zyklón B, las afirmaciones lanzadas y constantemente repetidas desde hace tantos años, en una fabulosa campaña, no resisten un examen científico serio.
Es descabellado imaginar, y sobre todo pretender, que se hubieran podido gasear en Auschwitz 24.000 personas por día, en grupos de 3.000, en una sala de 400 metros cúbicos, y menos aún, a 700 u 800 en unos locales de 25 metros cuadrados, de 1.90 metros de altura, como se ha pretendido a propósito del campo de Belzec; 25 metros cuadrados o lo que es lo mismo, la superficie de un dormitorio. Usted, Santo Padre, ¿lograría meter 700 u 800 personas en vuestro
dormitorio?
Y 700 a 800 personas en 25 metros cuadrados, esto hace 30 personas por cada metro cuadrado. Un metro cuadrado, con 1,90 metros de altura ¡es una cabina telefónica! ¿Su Santidad sería capaz de apilar a 30 personas en una cabina telefónica de la Plaza San Pedro o del Gran Seminario de Varsovia, o en una simple ducha?. Pero si el milagro de los 30 cuerpos plantados como spárragos en una cabina telefónica o el de las 800 personas apiñadas alrededor de vuestra cama se hublese realizado, un segundo milagro tenía que haberse producido inmediatamente, pues las 3.000 personas ¡el equivalente de dos regimientos! hacinadas tan fantásticamente en la habitación de Auschwitz, o las 700 u 800 personas apretujadas en Belzec a razón de 30 ocupantes por metro cuadrado, ¡hubiesen perecido casi al instante, asfixiadas, por carencia de oxígeno! ¡No hubieran hecho falta las cámaras de gas! Todos habrían dejado de respirar, incluso antes de que se hubiese terminado de hacinar los últimos, que se cerrasen las puertas y se esparciera el gas por la sala. ¿Y cómo se hacía esto último? ¿Por unas hendiduras ? ¿Por unos agujeros? ¿Por una chimenea? ¿Bajo forma de aire caliente? ¿Con vapor? ¿Vertiéndolo sobre el suelo? ¡Cada uno cuenta lo contrario del otro! ¡EI Zyklón B no alcanzándo más que a cadáveres, no hubiese representado la menor utilidad! De todas maneras, el Zyklón B es, como toda persona interesada en la ciencia puede saber, un gas de empleo peligroso, inflamable y adherente. También veintiuna horas de
espera hubiesen sido necesarias, e incluso indispensables, antes de que se hubiese podido retirar el primer cuerpo de la fantástica sala.
Sólo después se hubieran podido extraer, como se han complacido en contárnoslo, con miles de detalles escabrosos todos los dientes de oro, todas las fundas de plomo en las que escondían, se dice, diamantes, de cada lote de seis mil mandíbulas rígidas — ¡tres mil personas! — , contraídas tras la muerte, o de 48.000 mandíbulas diarias si se creen las cifras oficiales de 24.000 gaseados cotidianos solamente en Auschwitz.
Muy Santo Padre, por muy santo que sea Su Santidad, ¡Usted soportará al dentista alguna vez, con más o menos resignación! ¿Os han extraído un diente? ¿Dos dientes? ¿Se os han instalado en una silla de dentista con potentes reflectores, enfocados sobre las mandíbulas con útiles perfeccionados y con un paciente que se presta a sus prescripciones?. Pues bien, la extracción, en unas óptimas condiciones, tarda su tiempo. ¿Un cuarto de hora?, ¿Media hora?. En Auschwitz, según las leyendas, a los cadáveres que yacían en el suelo, era necesario abrirles, con muchas
dificultades, las mandíbulas endurecidas, descontraerlas, y tratarlas mediante instrumental necesariamente primitivo. Con ocho operadores en total: es la cifra oificial. Y después tenían que examinarlos sin luz apropiada, a ras del cemento, y no solamente un punto enfermo de la dentadura, ¡sino las dos mandíbulas enteras!, ¡Arrancar, vaciar. limpiar! ¿Puede hacerse esto en menos tiempo que en casa del especialista, perfectamente equipado?, Dígnese Su Santidad tomar un lápiz. A razón de un cuarto de hora por dentadura y con ocho individuos a pleno rendimiento en la operación se podría llegar a 16 cadáveres tratados por hora, es decir, 160 en una jornada de 10 horas sin un minuto de reposo. Piense Su Santidad incluso en un estajanovista de las dentaduras, y doble el ritmo de las extracciones, lo que es además materialmente imposible: esto supondría 320. Entonces, Muy Santo Padre, ¿cómo imaginar cremaciones de 3.000 judíos
de una sola vez?, ¿Y las jornadas de 24.000 gaseados con Zyklón B, que representarían 48.000 dentaduras para vaciar o sea más de 760.000 dientes a examinar diariamente?. Simplemente ateniéndose a los seis millones de judíos muertos — algunos han doblado y triplicado la cifra, que la propaganda machaca contínuamente en nuestros oídos –, estos extractores de mandíbulas hubiesen seguido, unos años después de la guerra, en plena actividad.
Estas extracciones, solamente estas extracciones, en diez horas de labor ininterrumpida, ¡hubiesen absorbido un trabajo de 1.875 jornadas de todo el equipo de 8 individuos!
Pero además, estas extracciones sólo eran una formalidad preliminar. Hacía falta también rapar millones de cabelleras. Después, antes de pasar los cadáveres al horno. se procedía — según lo que todos los “historiadores” de Auschwitz afirman ex cátedra — al examen de todos los anos y todas las matrices, de cuyo fondo se trataba de recuperar los diamantes y las “joyas” que hubieran podido ser escondidas. ¿Se imagina usted esto Muy Santo Padre?. ¡Seis millones de anos, tres o cuatro millones de matrices limpiados a fondo, cuando se nos ha explicado que, después de los
gaseamientos masivos, los cuerpos chorreaban de excrementos, de sangre femenina y de otras inmundicias! En estos órganos sucios, los dedos, las manos de los operadores, debían revolver todo, descubrir los supuestos diamantes escondidos, extraerlos pegajosos, lavarlos, lavarse ellos, 24.000 veces por día (los anos), 15 ó 20.000 veces por días (las matrices). ¡Es una locura!. ¡Todo esto es de locos! Y no hablemos de las actividades complementrias: fábricas de abonos
y fábricas de jabones, de las cuales el delirante profesor Poliakov habla sin pestañear.
Estas operaciones de gaseamiento, de corte de pelo, de extración de dientes, de limpieza de órganos, realizados sobre seis millones de judíos, o siete millones, o sobre quince millones según el Padre Riquet, o sobre veinte millones — ¡es decir más que los judíos existentes entonces en el mundo entero! — según el diccionario Larousse, seguirían todavía si se admitieran como exactas las afirmaciones “oficiales” de los manipuladores de la “historia” de Auschwitz. ¡Entonces, sí
que tendría Ud., Muy Santo Padre, que taparse la nariz cerca de las cámaras de gas, y transpirar al calor de los hornos de Auschwitz, en el transcurso de su misa concelebrada!.
Si se hubiese multiplicado el número de cadáveres reales y normales por diez, o por veinte, la estafa de los muertos hubiese podido conservar un cierto aspecto de verosimilitud. Pero al igual que hemos visto en el caso del gaseamiento de 700 a 800 personas por dormitorio, al mentir demasiado se llega a lo grotesco. Era precisa la insondable y apenas imaginable estupidez de las masas, para que semejantes extravagancias hayan podido ser inventadas, contadas, difundidas a los cuatro vientos, filmadas y CREIDAS.
“¡Yo creo — declara bravamente un personaje de Holocuasto — todo lo que se cuenta sobre ello!”. ¡Declaración ejemplar!.
Entonces. Muy Santo Padre, ¿cómo imaginar un instante que en Auschwitz, en la hora de la concelebración, mientras que todos los corazones, estrechados por el amor de Dios y de los hombres, van a participar en la renovación del sacrificio, un sacerdote, un Papa podría, en el momento en que levanta el cáliz hacia el cielo, ser consciente de que está encubriendo bajo su patio un despliegue de un odio tan bestial y de unas mentiras tan extravagantes, que están en el
extremo opuesto de la enseñanza patética de Cristo?, ¡No! ¡Ciertamente no!, ¡No es posible!. Vuestro mensaje, a cien pasos de la falsa cámara de gas de Auschwitz, no puede ser más que un mensaje de caridad, de fratemidad, igualmente de la verdad, sin la cual toda doctrina se hunde. Usted va a Auschwitz para recogeros, emocionado, en uno de los altos lugares del suirimiento humano cuyas causas y cuyos responsables serán fijados verdaderamente, objetivamente, con
el tiempo, por una Historia serena, y no recurriendo a testimonios obtenidos por la fuerza y a unas divagaciones de farsantes.
El Papa está por encima de todo esto.
Está al lado de las almas que sufrieron, de las que, en el sufrimiento, se elevaron espiritualmente, pues no existe pena, ni calvario, ni agonía que no pueda llegar a ser sublime. Por ejemplo, en los campos de batalla de la II Guerra Mundial en que tantos millones de soldados cayeron tras horribles sufrimientos, e igualmente en los campos de trabajo, en que tantos murieron victimas de intereses que no entendían pero que los aniquilaban : el sacrificio, el dolor físico y moral, la terrible
angustia, convirtieron a miles de almas, que en circunstancias normales se hubiesen perdido en la mediocridad, en gloriosos ejércitos de héroes espirituales. Así fue en Auschwitz. Fue así en el Frente del Este, a lo largo de los años de lucha y de inmolación de millones de jóvenes europeos que, de 1941 a, 1945, hicieron frente heróicamente al empuje del comunismo. Seguramente, a través de toda la historia de los hombres, se han cometido atrocidades. Auschwitz, de todas maneras, no habrá sido ni el primer caso, ni el último. Nosotros lo vemos de sobra en la hora actual, cuando son masacrados tantas mujeres y niños sin defensa, aplastados en los campos palestinos por la aviación de lsrael, ejecutando la ley del Talión sobre unos inocentes, en memoria de los cuales, no se cantará probablemente nunca una misa concelebrada… Numerosas potencias han abusado muchas veces de su poder. Numerosos pueblos han perdido la cabeza. No uno especialmente. Pero sí todos. Al lado de corazones puros y desinteresados que ofrecieron su juventud a un ideal, Alemania, tuvo, como todo el mundo, su lote de seres detestables, culpables de violencias inadmisibles. ¿Pero qué país no ha tenido los suyos?
La Francia de la Revolución Francesa, ¿no ha inventado el Terror, la Guillotina, los ahogamientos en el Loira? ¡Napoleón no deportó, pero sí movilizó por la fuerza a centenares de millares de civiles de los países ocupados, enviados a la muerte por su gloria! ¡Cincuenta y un mil nada más que en Belgica! ¡Es decir, más que los belgas que murieron a lo largo de la I Guerra Mundial o en los campos de concentración del III Reich!. Más cerca de nosotros, un De Gaulle ¿no presidió, en
1944-45, la masacre de decenas de millares de adversarios bautizados como “colaboradores”?. Más recientemente aún, en Indochina, en Argelia, Francia ¿no hacinó a centenares de millares de prófugos, de rehenes, de simples civiles arrestados masivamente, en campos de concentración extremadamente duros en donde tampoco faltaron los sádicos? Un General francés hizo incluso el elogio público de la tortura, ¿Y la Gran Bretaña, con sus bombardeos de ciudades libres como Copenhague? ¿Sus ejecuciones de cipayos atados en la boca de los cañones; su aplastamiento de los boers; sus campos de Concentración del Transvaal o con millares de mujeres y niños muertos en una miseria indecible? ¿Y Churchill, desencadenando sus abominables bombardeos de terror sobre la población civil del Reich, la calcinación por fósforo en las cuevas, aniquilando en una sola noche alrededor de doscientos mil mujeres y niños en el gigantesco crematorio de Dresde? “Alrededor de”, porque no se ha podido hacer una estimación aproximada más que calculando el
peso de las cenizas.
¿Y los EE.UU? ¿No han elevado su potencia gracias a la esclavización de millones de negros marcados al fuego ardiente como bestias, y gracias a la exterminación casi íntegra de los pieles rojas propietarios de los terrenos ansiados?, ¿No han sido ellos los lanzadores de la bomba atómica? Ayer aún, ¿no han contado, entre sus tropas de Vietnam, con indiscutibles verdugos?. Y no insistimos sobre las decenas de millares de víctimas de la tiranía de la URSS y de los
Gulags actuales, de los cuales, temo que no se dirá nada ni que usted visitará nunca como lo ha hecho con el campo de Auschwitz, vacío de todo ocupante desde hace decenas de años.
En Auschwitz, nadie lo negará, la vida ha sido dura, a veces muy cruel. Pero en los campos de los vencedores de 1945, los sádicos y los verdugos prosperaron rápidamente con igual abundancia, pero con muchas menos excusas, si se admite que una guerra mundial pueda albergar unas excusas…
Santo Padre, yo no querría empañar el placer que usted va a tener al encontrarse en su pais. ¡Pero cuidado! Vuestra patria valerosa, de la cual usted ha exaltado la elevación moral al glorificar a su admirable patrón San Estanislao, ¿no ha conocido ella también sus horas de crímenes y de envilecimiento?. En el momento en que usted va a pisar el suelo polaco de Auschwitz que recuerda especialmente la última tragedia judía, resultaría poco decente — si quiere ser justo — no
evocar otros judíos innumerables muertos anteriormente por todo vuestro territorio, en unos progroms horribles, torturados, asesinados, colgados durante siglos por vuestros propios compatriotas. ¡Estos no han sido siempre unos ángeles, a pesar de ser tan católicos!.
Yo oigo todavía al Nuncio Apostólico de Bruselas, el que fue después Cardenal Micara, anteriormente Nuncio en Varsovia, cuando me contaba, en su excelente mesa, cómo los campesinos polacos crucificaban a los judíos en las puertas de sus granjas. “¡Estos cochinos judíos!”, exclamaba, bastante poco evangélicamente el untuoso prelado.
Estas palabras fueron pronunciadas tal cual, creame.
La Iglesia ella misma, Muy Santo Padre, ¿Ha sido siempre tan blanda? Incluso en pleno siglo XVIII, ella quemaba aún a los judíos con gran aparatosidad. En plena ciudad de Madrid, particularmente. Pero ella, ¡los quemaba vivos!. La Inquisición no ha sido un pacífico redil. Las masacres de los albigenses se perpretaron bajo la égida de Santo Tomás de Aquino. Los
asesinatos de la noche de San Bartolomé causaron la alegría del Papa, vuestro predecesor, que se levantó en plena noche para festejar, con un Tedeum entusiasta tan alegre acontecimiento, ¡y ordenó incluso conmemorarlo con una medalla!. ¿Y las treinta mil llamadas brujas, calcinadas piadosamente a lo largo de la Cristiandad? Incluso en el pasado siglo, el papado restablecía aún en Roma el Ghetto. En el fondo, Muy Santo Padre, que no valemos mucho bien seamos
Papas o Ayatollas, parisinos o prusianos, soviéticos o neoyorquinos. ¡No hay por qué ser exageradamente orgullosos! Todos nosotros hemos sido, en nuestros malos momentos, tan salvajes los unos como los otros. Esta equivalencia no justifica nada ni a nadie. Ella incita, sin embargo, a no distribuir con demasiada impetuosidad o benevolencia las excomuniones Y las absoluciones.
Sólo se rechazará el salvajismo humano respondiendo al odio con la fratemidad. El odio se desarma, como todo se desarma, pero no ofreciéndolo contínuamente con salsas cada vez más picantes. Ni excrementándolo y exasperándolo, como en el caso de Auschwitz, a fuerza de exageraciones locas, de mentiras y de falsas confesiones llenas de contradicciones flagrantes arrancadas por la tortura y el terror en las prisiones soviéticas o americanas, pues tanto valían las unas como las otras en los tiempos odiosos de Nuremberg.
Algunos hubiesen podido pensar que los filibusteros del exhibicionismo concentracionario y los falsarios que hicieron del asunto de los “seis millones” de judíos, la estafa financiera más remuneradora del siglo, iban a poner en fin un término a esa explotación. Gracias a todo el aparato de la grandiosa ceremonia religiosa que va, en vuestra presencia, a desplegarse entre los falsos decorados del plató de Auschwitz, en medio de un gigantesco baqueteo de televisión y de prensa, se intentará todo para convertiros en avalista indiscutido de estos cheques del odio. Vuestro nombre vale su peso en oro, para todos estos gangsters. Saldrá en el mundo entero, como si el primer Holocausto no fuera suficiente, un Holocausto número 2 que no habrá costado un millón de dólares como el otro, ya que Vuestra Santidad habrá suministrado absoluta y gratuitamente, a unos indecentes escenógrafos, la más fastuosa de las figuraciones.
El Holocausto número 1, cualquiera que haya sido su difusión y su impacto entre los tontos, no ha sido más que un gigantesco alboroto hollywoodiano, de una rara vulgaridad, y destinado ante todo a vaciar centenas de millones de bolsillos de espectadores no advertidos. Pero los estragos no podían ser más que pasajeros; se debería rápidamente notar que las extravagancias eran bufonescas, no resistirían al examen concienzudo de un historiador. Por el contrario, vuestro Holocausto, Muy Santo Padre, filmado con una gran pompa en Auschwitz, por un Papa en carne y hueso, revestido de toda la majestuosidad pontifical y ungido de veracidad, de cara a un altar inviolable, sobre todo en la hora del Sacrificio, este Holocausto número 2 arriesga aparecer a los ojos de una cristiandad burlada por unos manipuladores sacrílegos, como una confirmación casi divina de todas las elucubraciones montadas por unos usureros llenos de odio.
Ya vuestra evocación ante las tumbas polacas de Montecasino, de una guerra de la cual — si se cree lo que ha dicho la prensa internacional — S.S, no ha retenido más que ciertos aspectos fragmentarios y partisanos, ha inquietado a muchos fieles. Vuestra comparecencia ostentosa en Auschwitz no puede sino inquietar más aún, Muy Santo Padre, pues no es dudoso que se os va a “utilizar”. Es tan evidente que revienta los ojos. Unos filibusteros de la prensa y de la pantalla han
decidido hacerle caer, con la mitra por delante, con vuestra sotana blanca toda nueva, en esta trampa de Auschwitz. Sin embargo esta ceremonia religiosa no puede representar a vuestros ojos, ciertamente, en la hora de la concelebración, otra cosa que una llamada a la reconciliación, y de ninguna manera una llamada al odio entre los hombres.
Homo homini lupus, dicen los sectarios. Homo homini frater, dice todo cristiano que no es un hipócrita. Nosotros somos todos hermanos, el deportado que sufre detrás de las alambradas, el soldado intrépido crispado sobre su ametralladora. Todos los que hemos sobrevivido a 1945, Ud., el perseguido convertido en Papa, yo, el guerrero convertido en perseguido, y millones de seres humanos que hemos vivido de una manera u otra la inmensa tragedia de la II Guerra Mundial con
nuestro ideal, nuestros anhelos, nuestras debilidades y nuestras faltas, debemos perdonar, debemos amar. La vida no tiene otro sentido. Dios no tiene otro sentido. Entonces, de verdad, ¡qué importa el resto! El día que Ud. celebre la Misa en Auschwitz a pesar de las imprudencias espirituales que puedan comportar unas tomas de posiciones de un Papa en unos debates históricos no conclusos, y a pesar de los fanáticos del odio que, sin tardanza, van a explotar la
espectacularidad de vuestro gesto, yo uniré desde el fondo de mi exilio lejano mi fervor al vuestro. Soy, Muy Santo Padre, filialmente vuestro.
León Degrelle
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2010 Febrero 26
Peralitos Enlace permanente
Muchas gracias, Ricardo. Aprovecharé tus recomendaciones.
Interesante el apunte, Logan, aunque en realidad no es que me interese quien es el autor de la obra, sino el contenido de la obra (todas las verdades que se revelan en ella); muchas gracias.
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2010 Febrero 27
Ricardo Enlace permanente
Peralitos:
Permíteme que te recomiende también las siguientes obras de Salvador Borrego: “Batallas Metafísicas”, “Imperialismo y Teología”, “Globalización”, y cómo no “La Cruz y la Espada”, obra en la que explica el papel decisivo que jugó el Nacional-Socialismo en defensa del Occidente Cristiano.
Logan:
No comparto tu opinión cuando afirmas que Hitler llevó una escandalosa vida con Eva Braun. Hitler era un hombre excepcionalmente estoico y virtuoso, defensor de la castidad, y creo -naturalmente, no puedo saberlo- que se mantuvo casto durante toda su vida, aunque no comparto tampoco ni su suicidio ni su matrimonio civil unas horas antes de su muerte.
Por lo demás, es un placer leer tus comentarios, al igual que los de Peralitos, Azul, Alicia y tantos otros. Lástima que cada vez sean más escasa la aparición del amigo Alberto Gonzalez.
En fin, saludos en los Sagrados Corazones de Jesús y María, esperando que lleguen tiempos mejores y el Cielo tenga a bien enviarnos un gran lider y un gran Papa que nos liberen de esta esclavitud.
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